Capítulo 52

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Harry gimió, como de costumbre, cuando él y Severus aterrizaron. Tuvo un breve pensamiento de retroceder en el tiempo y encontrar a la persona que inventó los  y hacerle mucho daño.

-No, no puedes volver atrás y detener la invención de los Trasladores-, dijo Severus distraídamente, y Harry lo fulminó con la mirada.

-Bueno, no es divertido si te metes en mis pensamientos-, dijo Harry.

-No tengo que hacer eso para saber lo que piensas-, dijo Severus con una sonrisa burlona. Harry sacudió la cabeza y empezó a caminar hacia la casa frente a la que habían aterrizado. Era una casa bastante destartalada. La pintura estaba desconchada y descascarillada. La puerta principal colgaba de una sola bisagra y estaba agrietada. No había luces encendidas en la casa y Harry frunció el ceño. ¿Estaban en el lugar correcto?.

-¿Nos ha enviado Dumbledore a la casa correcta?-. dijo Harry, mirando a Severus.

-Puede que esté completamente chiflado y sea un manipulador, pero sabe hacer un Traslador-, dijo Severus. -Vamos. Mantén tu varita fuera-.

Harry asintió y, con un movimiento de muñeca, sacó la varita de la funda. Atravesaron la chirriante verja de hierro forjado que llegaba hasta la cintura y subieron por el corto camino empedrado. Al llegar a la puerta, Severus empujó suavemente a Harry detrás de él para que fuera él quien entrara primero en la casa. Harry puso mentalmente los ojos en blanco, pero en el fondo agradeció la protección. Severus encendió silenciosamente su varita y empujó la puerta rota para abrirla. La casa estaba envuelta en la oscuridad, con todas las cortinas cerradas para impedir el paso de la luz matutina. Siguiendo lentamente a Severus, Harry empuñó la varita y miró a su alrededor. Parecía que el lugar había sido atacado.

-¿Crees que los mortífagos estuvieron aquí?- susurró Harry.

-Es posible. Quizá vayan tras Slughorn-, dijo Severus.

Caminaron despacio por las habitaciones, oyendo crujir los cristales bajo sus zapatos. Harry siguió a Severus a través de una puerta y entró en lo que Harry supuso que era la sala de estar. Los muebles estaban desparramados en pedazos por todas partes y una lámpara de araña estaba destrozada en el suelo. Sólo dos cosas permanecían intactas en la habitación un sillón rojo y un armario lleno de cuadros y documentos enmarcados. Harry miró hacia abajo cuando sintió que pateaba algo que resultó ser un trozo de cristal de la araña. Sin embargo, también encontró a poca distancia su pie con unas gruesas gotas de líquido rojo.

-Sev'rus-, susurró y Severus se volvió hacia él. -Sangre-, dijo simplemente.

Severus miró hacia abajo y sus cejas se fruncieron al ver el líquido en el suelo. Se arrodilló y acercó la varita a la sangre. Los ojos de Harry se abrieron de par en par cuando Severus mojó la punta del dedo en una de las gotas.

-No es sangre humana-, dijo Severus tras inspeccionarla unos instantes.

-¿Entonces qué es?-.

-Sangre de dragón-.

Ambos se giraron y levantaron las varitas cuando oyeron un crujido procedente de la dirección de la silla. Severus avanzó lentamente y agitó la varita sobre la silla. Se quedaron mirándola un rato mientras no ocurría nada. Harry se sobresaltó cuando la silla crujió y empezó a contorsionarse y a cambiar de forma. Con los ojos muy abiertos, él y Severus vieron cómo el sillón se transformaba en un hombre... el hombre que estaban buscando.

¿Quién se transforma en un sillón? pensó Harry distraídamente.

-¡Barbas de Merlín!- exclamó Horace Slughorn mientras invocaba una túnica y se la ponía por encima del pijama rojo. -¿Quién eres y qué haces aquí?-.

SPUR OF THE MOMENTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora