ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴜɴᴏ

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Todo comenzó el 2 de abril del 2010

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Todo comenzó el 2 de abril del 2010. Aquella noche mamá tenía una cena
de negocios. Sí, una de esas a las que nunca me dejaba ir. Aubrey me convenció para que me probara uno de sus vestidos y, obvio, no cabía en ellos... aquella chica era de fina cintura y largas piernas, al contrario que yo, que ya con diecisiete años tenía grandes caderas y demasiado pecho, pero pensé en aquel vestido. Aquel con el que mamá se veía tan espectacular que era el centro de todas las miradas: el vestido rojo.

Me metí en él con cuidado para no engancharlo y enmudecí frente al espejo al verme con él puesto.
Aún me faltaba una talla para llenar la parte delantera, pero quedaba ceñido a mi prominente cadera. Al probármelo, me sentí adulta por primera vez en mi vida. Más que adulta, me sentí como una mujer. Una mujer a la que aspiraba ser.

Mi mejor amiga sonrió con lascivia y sacó sus tacones del bolso. Ni siquiera me pregunté porque los llevaba ahí, pero tuvo la estúpida idea de colarnos en una fiesta. En aquel momento me pareció buena idea: una adolescente en una fiesta de ricos: Bailar, emborracharme por primera vez y, quizás, encontrar el amor de mi vida.

Aquella noche me fugué a casa de Aubrey. Me esmalté las uñas de color negro - mamá nunca me lo hubiera permitido, pues, una señorita debe tener siempre las uñas impolutas y no roñosas -. Saqué el rizo a mi larga melena azabache e improvisé un perfecto eyeliner para marcar una mirada felina.

— Joder, tía , ¡qué pivón! Aparentas treinta tacos — rio Aubrey a mi espalda, mientras intentaba igualar ambos ojos — Hoy pillas cacho, seguro.

— Seguro — respondí insegura.

Aubrey siempre iba un paso por delante desde que éramos niñas. Yo siempre la seguía, aunque mis complejos y mis kilos de más, me hacían dejar de ser deseable al ojo masculino para convertirme en una simple amiga.

Ambas miramos nuestros vestidos, orgullosas de nuestra imagen. Para ser dos adolescentes de diecisiete años, parecíamos mayores. Mucho mayores.

— He escuchado que mi vecino dará una fiesta de cumpleaños — indicó sentándose en mi cama de mala gana, enseñando mas allá de su rodilla bajo el vestido blanco de encaje y transparencias.

Puse un poco de brillo dorado en el lagrimal de ambos ojos, consiguiendo que arrugara la nariz. Era ciertamente molesto aquel maquillaje en mis ojos claros. Me hacía lagrimear.

— Es un poco "carca" pero seguro que os lleváis bien — apuntó mirando sus uñas — es chileno.

— ¿Qué estás intentando decirme? — reí aplicando el rubor — Soy española. No todos los hispanos nos llevamos bien sólo por ser... Hispanos.

Amor & Lujo Where stories live. Discover now