CAPÍTULO I: Sin tener ganas de ir hacia adelante

0 0 0
                                    

Parece injusto que justo cuando creías que tu vida estaba en el punto más alto, que tu felicidad nadie podía arruinarla, que absolutamente nada de lo que sucediera alrededor de tu vida podía afectarte. Es casi gracioso, casi inimaginable, sin embargo, he llegado a la conclusión de que existe un ser, ya sea en la tierra, en el infierno o en el otro plano, que se encarga de ponerte un pie a la hora de caminar, justamente para que aparezca un nuevo obstáculo cada vez que vas a dar un salto más arriba del escalón en el que estás.

Debí suponer que la mayor parte de las cosas por las cuales mi mamá me hacía desplantes cada vez que podía, tenían un motivo. Debí suponer las cosas cuando papá desviaba la mirada cada vez que le preguntaba porque mamá no me quería o porque no me parecía en absoluto a Richie. Debí siquiera haber imaginado que cuando tuve el primer síntoma de asma y preguntaron que, si alguien de mi familia había padecido esa enfermedad, respondieron con un rotundo no, una respuesta directa, cruel y frívola que ni siquiera se detuvieron a pensar.

Y es que, ¿Qué se supone que haría con la información que he escuchado? No se de donde vengo, ni a donde se supone que vaya, ni tampoco se a quien buscar o a quien pedirle ayuda, porque la familia que yo creía conocer está más lejos de lo que alguna vez fue. Si existiera alguna manera de que la información que he obtenido fuera falsa

–¡Señorita Venus! Espero que la información que esté anotando en su cuaderno, sea mínima a comparación de la cantidad enorme de tarea que obtendrá, si no deja de fingir que apunta. ¬– Levanto la mirada de mi cuaderno hacia mi tutor de álgebra.

– Lo siento, señor – Dejo de anotar y vuelvo la mirada al frente.

No es que le tenga miedo al profesor, sin embargo, no estoy en condiciones de tener miles de tareas a este grado de la preparatoria. Mañana se supone iría a tomar las tallas de las alumnas de octavo grado para su graduación que será en algunas semanas. Aunque bueno, con lo que acaba de suceder dudo mucho que pueda siquiera cumplir con ese compromiso, ya que bueno, por si no parece, tendré que buscar el modo de que dicha información no me afecte o al menos no no en las próximas semanas.

Mi celular vibra anunciando una nueva notificación de Telegram. Le hecho un vistazo y alcanzo a notar que es un mensaje de Amelia, antes de notar que desaparece de mis manos y esta vez se encuentra en las manos del señor Will.

Estoy muerta. Pienso.

–Señorita Venus, que amable, no esperaba este regalo en las últimas semanas de clases. – Agrega, con una sonrisa que dista mucho de ser siquiera amable o gentil.

–Lo siento mucho señor, de verdad yo – Cierro la boca cuando me da la espalda.

Si hay algo que caracteriza a mi tutor, es por obtener cosas nada bonitas de alumnos o alumnas a las que durante todo el año ha tenido el placer de castigar o dejar en ridículo frente a los demás alumnos. Por suerte para él, por desgracia para mí, ha tenido que reprenderme algunas cuantas veces, y más que obtener algo de mí, he tenido que dejarle bajo resguardo mi laptop, ya sabes, por aquella vez que me quede dormida en clase. O recordemos cuando me recogió mi Tablet a media clase, porque estaba diseñando un abrigo para un alumno del séptimo grado.

–Pensé que había quedado muy claro que, durante mi clase, usted no iba a poder usar ningún tipo de tecnología debido a la cantidad de aparatos que ya tengo guardados en mi casa, por su culpa. ¬– Me mira desde detrás de su escritorio y yo juro que quiero desaparecer.

No es que mi tutor sea una mala persona, no, nada que ver, solo podría reprobarme en su materia si me atrevo a revelarme. Además, bueno, mis compañeros no es que sean unas moneditas de otro, pero digamos que soy a quién constantemente regaña o intenta humillar.

UNILATERAL ©Where stories live. Discover now