15 || Confesión indirecta ||

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—Estoy un poco ansioso... —comenta Iruma.

—¿Eh? ¿Por qué? —preguntó curiosa, masticando caramelos.

—¿No te parece raro que Azz actúe así?

—¿Así cómo?

El silencio fue visitante los siguientes segundos, pues no faltaban palabras para explicar el ramo de flores de cerezo que sostenía, el cual ocupaba parte de su rostro.

—Si no te gusta ese regalo, ¡Dámelo a mi! —gritó Clara, entusiasmada.

—¡N-No es que me disguste!... —suspiró Iruma—... se siente extraño recibir regalos. Desde que llegué, el único que me ha dado cosas fue el abuelo...

—¿Ow? —inclinó la cabeza.

—¡E-Es decir! ¡C-Claro que siempre he vivido en el infierno! Jajaja... —volvió su vista al ramo.

Pensándolo bien; no sabe cómo fue que Asmodeus obtuvo estas ramas del gran árbol que Iruma creó accidentalmente. ¿Habrá trepado?

Suelta una pequeña risita al imaginarlo.

—¡Es aquí! —anunció con saltitos, su amiga—, ¡Aquí es donde me dijo que me fuera a toda costa!

—¿C-Cómo? —titubeó Iruma—, ¿No te quedarás?

—¡Hehehe! —frotó su pequeña nariz—, soy una señorita con razones. ¡Nos vemos, Irumachi!

—¡Espera...!

Y se fue, dejándolo a merced de la naturaleza infernal. De hecho, Clara se habría quedado, de no ser por el soborno que le hizo Asmodeus, con toda buena intención...

—Qué aterrador —murmuró Iruma, para sí mismo—. Es como si hubiese regresado al mundo humano... vida salvaje...

Aquellas palabras sueltas hicieron eco, chocando con cierto demonio que yacía detrás de él.

—¿Iruma...?

El nombrado, volteó para verlo.

—¡Azz! —se exaltó, instintivamente—... ¿¡D-Desde cuándo estabas ahí!?

El demonio comenzó a acercarse con unos pasos dudosos, y sedientos de respuestas. Iruma, percatándose de lo que debía enfrentar, retrocedió; no se creía listo para contar esa verdad.

Sin embargo, la fuerza humana nunca fue rival para los demonios. Su cuerpo fue detenido por el agarre de Asmodeus, cuyas manos se limitaron a sujetar parte del ramo, tocando así, la piel de Iruma.

Entonces allí, el demonio se dio cuenta. Aquellas temblorosas manos, revelaron el calor humano comenzando a brotar; mostrando los nervios de Iruma.

—¿Azz...?

—¿Qué fue lo que dijo, Iruma? —preguntó, sin intenciones de dejarlo pasar.

El humano gira su cabeza; supo que esos ojos infernales no querían mentiras.

—Y-Yo... no puedo decirlo todavía —murmura.

—¿No puedes? —acerca el ramo, y consigo, al humano.

Iruma, dudaba. Pero su cuerpo, lo decía todo. Cada respiración, cada latido; eran palabras honestas, que solo Asmodeus fue capaz de oir.

—Está bien —dijo—, no hace falta que expliques nada.

—¿A qué te refieres...?

—Se lo he dicho. Seré su seguidor por siempre, Iruma. Mi lealtad te pertenece —dio a saber sin señales de vacilación.

—Eso... estoy seguro que no pensarías lo mismo si supieras la verdad... —murmura.

—¿Verdad? —arrebató el ramo de las manos de Iruma—. La única verdad es que me has ganado desde el primer día.

Asmodeus se arrodilló, mirando abajo, sin dejar de sostener el ramo.

—Perdí ante su majestuosidad, mucho antes de que fueras un rey, Iruma.

—¡¿Eh?! ¡Ni siquiera soy un rey!

—Lo sé —levantó la mirada—, y repetiré las mismas palabras una vez que te conviertas en uno.

—Pero Azz... ¿Por qué? —dijo Iruma, apretando el puño.

¿Realmente era merecedor de esas palabras? ¿Podía ser capaz de cumplir las expectativas de los demonios? Una vez que se enteren de la verdad, tiene miedo de lo que podría pasar.

—¿Por qué? —repitió Asmodeus, levantándose—, es una excelente pregunta.

Elevó su brazo, devolviéndole el ramo.

—... Te responderé cuando seas el rey.

Así fue como, el demonio siguió sus pasos, dejando atrás al asombrado Iruma, con cada paso, la máscara de Asmodeus fue quebrándose; enrojeciendo todo su rostro, dejando la corriente de nervios pasear por el cuerpo entero.

Se cubrió la boca para no gritar lo avergonzado que estaba, y pensó: ¿¡Por qué dije eso!?

Seguidamente, se fue corriendo.

Mientras que, por otro lado, y en silencio, Iruma quedó boquiabierta. Sus mejillas también fueron atacadas por cierta ola de calor... que no se iría, hasta regresar a casa.

Nuevamente, Asmodeus falló su objetivo. Por esto, sufriría, sumergiendo su cabeza en la fría almohada, horas después.

Deseo Infernal | Asmodeus x IrumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora