CAPITULO II

247 31 10
                                    

Me siento en una de las mesas de la cafetería con las dos amigas que he echo en estás dos semanas; Lisa y Rosé.

Ellas son bastante lindas y amables, se conocen desde hace mucho tiempo y son mejores amigas, desearía tener una amistad como la de ellas dos.

He estado haciéndoles preguntas a las dos sobre este lugar, ¿En donde está la cafetería?, ¿El baño?, ¿Me ayuda a buscar la sala de computación? Me siento como una niña pequeña que acaba de entrar al jardín de niños, pero las chicas han sido bastante amables conmigo y me ayudan y cualquier cosa que necesito.

Pero hay una pregunta que ha invadido mis pensamientos.

— ¿Quienes son esos chicos y por qué son tan populares? — Les cuestiono a las dos al fin.

— Ah, ellos... Lisa, ¿Podrías explicarle? — Responde Rosé.

— Claro... Bueno esos diez a los que te refieres son populares por... ¿Cómo lo digo?... Hacer juegos sexuales. — Se detiene un segundo.

— ¿Qué? — Pregunto, bastante confundida.

— Si, juegos sexuales, a Rosé y a mí nunca nos gusto mucho eso. — Comenta Lisa.

— Jamás podremos entender porque son tan sonados, solo son una bola de adolescentes que no pueden controlar sus hormonas. — Agrega Rosé.

— Bien, no quiero seguir escuchando sobre ellos mientras estoy disfrutando mi comida. — Bufo con disgusto.

Puesto que estábamos en nuestra hora de comida, y yo estaba degustando de un delicioso plato de jokbal, no quería imaginarme esos supuestos juegos hormonales.

Y bueno, tampoco es que me desagrade, de hecho me causa curiosidad, tal vez sea divertido.

— ¿Podemos ir a tu casa después de la escuela para hacer el trabajo que nos dejó la profesora de biología, Dubu? — Me pregunta Lisa casi haciéndome ojitos de cachorro. — A Rosé no la dejan llevar visitas, y yo vivo muy lejos, porfavor déjanos hacer el trabajo en tu casa, ¿Sii?, Además tenemos tres semanas.

Era difícil resistirse a esos ojos tan tiernos y redonditos.

— Está bien.

-—¿Oíste Chaeng? ¡No tendremos que hacer el trabajo en el parque como siempre! — Grita con emoción la tailandesa.

—¡Muchas gracias, Dahyunie! — Le sigue la corriente Rosé.

Ambas se ponen a bailar como forma de celebración, abrazándose y dando pequeños brincos de felicidad.

Ese par era tan tierno y caótico, el poco tiempo que he convivido con ellas a sido agradable, pues no noto ningún ambiente tenso o pesado, es más como tranquilidad, y eso me hace sentir bien. Estar con ellas me hace sentir bien.

Mientras las dos seguían con su celebración, sonó la campana que anuncia la hora de volver a clase, lo que significa que tendré que volver a poner mi trasero en un duro banco de madera mientras escucho a un profesor explicando sobre alguna cosa que seguro me servirá para el futuro o algo así.

— Está bien, Chaelisa, tengo que irme.

— Cuídate, Tofú. - Dicen en sincronía.

︶ ︶ ︶ ୨୧ ︶ ︶ ︶

Me encontraba exhausta, las clases al fin habían acabado, pero ahora tenía que irme a casa, y aunque no estaba tan lejos de la escuela, tener que caminar me cansaba más con solo pensarlo.

Afuera estaban los mismos tipos de los que Lisa y Rosé me hablaron, estaban fumando y tomando, junto a ellos había algunas motocicletas que supongo son de ellos.

THE RED ROOM - DAHMO G!PWhere stories live. Discover now