Capítulo 3: Invitación

131 7 11
                                    

— ¡Y luego ellos pedían algo mucho más extremo! ¿Puedes creer que me estén exigiendo eso?

—Si, entiendo… Hehe.

—Nadie de los que se han presentado son tan buenos conmigo. Bueno, excepto el equipo quince por las chicas. Al menos ellas son buenas chicas y aprecio mucho eso.

Sumire estaba agradecida que la habitación en la que estaba se encontraba cerrada, sumado a que era ha prueba de que los ruidos desde adentro. Una forma muy conveniente para que no se filtraran las misiones.
Aún así, las quejas que estaba oyendo ahora es posible que fueran tan fuertes que llegaría a filtrarse a cualquiera que estuviera pasando por la puerta.

¿Quién no escucharía desde afuera tales lloriqueos de la pobre mujer que tenía en frente suyo?

La chica se había puesto como papel suavizar las amargas y tristes quejas de Suika. Sería un problema que fuera haciendo un escándalo por las oficinas del edificio. Llamaría la atención de los superiores.

Desde que había acabado la academia y de haberse convirtió en ninja, Sumire había sentido cierto cariño hacia Suika. Pese a ser solo la recepcionista que se encarga de proporcionar a cada equipo sus misiones. Siempre la tenía difícil con todo tipo de shinobis que pedían algo mucho más desafiante.

Lamentablemente para la Kakei, la mayoría de los que conocía le han hecho la vida imposible en su trabajo, había oído cosas "interesantes" en las que Suika le ha contado.

Al menos por lo que ha llegado a saber, el equipo de dónde estaban sus amigas eran las más rectas y ordenadas de todos los genin. Desearía decir eso mismo de su mismo equipo, pero no podía cuando ya eran de los que Suika no podía, esto girando en torno a solo una persona.

—Realmente me pone muy triste tu situación —le dijo a Sumire con lágrimas recorriendo sus mejillas como cascadas—. Tener a un compañero como lo es el hijo del Hokage, debe de ser un dolor cada día.

Sumire se expresó con una sonrisa nerviosa e incómoda. Aún así le hallaba gracia al comentario de la mujer.

Tal como había dicho Suika, esa persona era el mismo Uzumaki Boruto, el hijo del Hokage y el integrante más intenso del equipo 7. Sumire no tenía mucho problema con tratar con él teniendo experiencia desde la academia.
En su trabajo como Shinobi él le importaba más hacer todo el trabajo por su cuenta, al menos estaba contenta la Kakei en decir que eso quedó en el pasado.

No podía decir lo mismo de su actitud, pues cuando venían a por una misión nueva que les encomiendan, Boruto solo se queja de no recibir algo más retador.

Lo único que podía pensar era de que él había quedado tan bien con las más importantes que habían hecho ellos; la primera que era en aquella aldea cerca de la frontera con el país del viento llamada, Arrozal Verde. La segunda fue la más reciente de hace 5 días, siendo incidentes que habían sido provocados por el grupo Byakuya.

Aunque el asunto de esas personas había sido muy problemático y duradero, todos habían conseguido solucionarlo y entre esos que participaron al final estaba Boruto.

No había explicación más sólida de su inconformidad a las misiones que últimamente les han presentado. Y no es solo eso, ahora que recordaba, el Uzumaki también había actuado un tanto raro antes de ese incidente.

Su comportamiento hacia las misiones ya las sabía de ante mano, pero si fuera el mismo desde la academia sus quejas serían más superficiales, pero ella tenía un buen ojo y sabía que no era simplemente eso.

Suspiró rendida de tanto pensar.

«Supongo que aún me falta mucho para llegar a entenderlo bien.»

Boruto: Team Tricolorحيث تعيش القصص. اكتشف الآن