Seda Roja

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Senkuu corrió un mechón de cabello que le estorbaba de su rostro, por quinta vez desde que se sentó a trabajar en su escritorio. Debía dejar listas las instrucciones para monitorear la construcción de la máquina del tiempo mientras él viajaba a Estados Unidos por una semana, y no había tenido tiempo de hacerlo hasta hacía una hora.

Estaba cansado. No había podido dormir bien últimamente y le costaba trabajo concentrarse. El viaje a Estados Unidos era para presentar sus avances al doctor Xeno pero también para intentar descansar algunos días.

-¿Senkuu? ¿Estás bien?

Una voz femenina se escuchó desde el umbral de la puerta de la habitación. Kohaku siempre había tenido la extraña capacidad de sentir cuando había algo mal con Senkuu. Incluso aunque él se rehusase a hablar de sus problemas, ella los conocía de antemano.

-Es el trabajo. -explicó brevemente, sin mirar a la rubia. -Tengo que terminar un informe para poder viajar mañana.

-Mmm, pero ¿cuándo vas a descansar, entonces? -Senkuu la escuchó acercarse lentamente hacia él. No sabía si era porque no quería asustarlo, pero agradecía la calma que le traían sus parsimoniosas pisadas.

Incluso desde antes de estar juntos, durante años, la sola presencia de Kohaku lograba calmarlo.

Senkuu suspiró cuando la mujer colocó ambas manos sobre sus hombros, y le dio un suave masaje. Apoyó su cabeza en el hombro de Kohaku cuando ella se inclinó hacia su escritorio.

-Tengo un regalo que podría gustarte. -comentó ella, suavemente, sobre el oído del científico, y todos sus vellos se irguieron ante sus palabras.

Podría ser malvada, también. Senkuu aprendió que Kohaku disfrutaba distraerlo de sus quehaceres cuando estos no apremiaban.

-Después puedo verlo, cuando termine esto. -Senkuu protestó inútilmente y aunque su cuerpo estuviese en contra. Quería, más que nada, ver el regalo que le tenía la leona.

-Te hará sentir bien, Senkuu. -Kohaku insistió, con la voz una octava más grave.

Luego, mordió el lóbulo de su oreja y lo lamió para calmar el dolor.

No era justo ni tenía sentido que su novia fuese tan irresistible. Senkuu gruñó entre el dolor y la excitación que sentía, y sin más, dio la vuelta a su silla de escritorio para ver a Kohaku de frente.

Y se quedó allí, procesando lentamente los lazos de seda rojos adornándole las piernas, las caderas, la cintura y el cuello, bajo una bata traslúcida del mismo color. Sus pechos y su sexo estaban a la vista para él, y si bien había visto y estado dentro de ella unas cuantas veces, esto se sentía mucho más erótico y mucho más prohibido.

Pronto, no podía pensar en nada más que en ella, alrededor de él, por horas. Su cuerpo de había embotado y excitado solo por pensar que nadie más tenía el privilegio de ver a la poderosa mujer de esta manera. Solo él.

-Te dejaré hacerme lo que quieras. -Kohaku añadió, apartando su mirada de Senkuu, como si estuviese avergonzada, a lo que el científico sonrió.

-¿Por qué apartas la mirada? Tú fuiste la que empezó esto, leona. -Senkuu se puso de pie, invadiendo el espacio personal de Kohaku.

Colocó una sola mano en la barbilla de la mujer para levantar su mirada hasta nivelarla con la de él. Solo de verle las pupilas dilatadas y las mejillas enrojecidas Senkuu supo que se encontraba completamente dispuesta a hacerlo sentir bien esta noche.

Las manos del científico bajaron lentamente por el cuerpo de la mujer, usando la yema de sus dedos para delinear su cuello, sus clavículas, el contorno de sus pechos, su ombligo, y los rubios cabellos de la entrepierna de la leona, quien emitió un sonido parecido al de un ronroneo.

Red Silk (Senku x Kohaku)Where stories live. Discover now