Capitulo 20.4: Atrapada

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De alguna forma, el peligro me adoraba. Y peligro era el reflejo de las pupilas de Rey. Su hermosa cabellera negra y su tez morena que alguna vez me gustaron mientras estaba en el gimnasio, ahora me parecía repulsivo. Sabía de lo que el era capaz. Sus músculos estaban tensos y yo solo quería golpearlo.

—¿ Crees que no se que fueron ustedes? Tienes suerte que Gio no lo sabe, aún.

—Jódete —Lo escupí. Se lo merecía por todo lo que había hecho.

El se limpió con un pañuelo que sacó de su chaqueta de cuero negra. Y muy tranquilo me dijo:

—Eres una suertuda. Aquí, por si Leo no te lo explicó, hay un sistema bastante curioso. Cuando tú cabeza aparece en esta aplicación –me enseñó su teléfono y vi mi rostro ( antes de operarme, es decir, un poco gordita) y el de Leo, con un letrero que decía: se buscan, recompensa en lingotes de oro —, eres hombre y mujer muerto. Los estuvimos buscando solo por unas horas y, ¿ Adivina? A Leoncio le roban una de sus cuentas millonarias y le explotan su fábrica de drogas élite, así que automáticamente, eso hace que la atención se vaya carajo. Primera vez que ocurre. Porque pasaste a un segundo plano. Pero –se acercó más y pude oler su aliento a tabaco con marihuana—, resulta que la suerte vuelve a apartarse, porque un soplón, nos dijo que Leo tenía ese pen drive. Y ¡Boom! Tu explotas el casino de Gio justo en ese momento, cuando yo estoy por la zona. Y descubro, no solo que Leo y tú están escondiéndose, sino que también descubro que Joana se anda cogiendo a Leo desde quien sabe cuándo —hizo una mueca despiadada  —, ¿Cuánto valdrá mi información? No losé. Pero, seguro Leoncio te mataría a ti junto a Joana y leo.

—¿ Porqué no nos has delatado aún? —mi voz sonó a suplica, aunque intenté sonar ruda. 

Yo sabía que éramos solo una carta para el. Debía tener sus propias intenciones. Y sin pensarlo, como Leo me había enseñado varias veces de atacar al enemigo siempre que se pudiera, tomé fuerzas desde la silla y lo pateé en la entrepierna. En gritó de dolor y me abofeteó fuerte, haciendo que cayera al suelo.

—¿Te crees lista?, ahora por esto te llevaré con Gio. El se muere de ganas por ver a su dulce bailarina que se escapó y le incendió el casino. Imagina lo que el te hará cuando te vea.

—El no me haría daño —¿cierto?

Rey soltó una carcajada y luego me levantó y me soltó de la silla pero no pude escaparme de sus manos fuertes. 

—No conoces a Gio, en nuestras manos corre tanta sangre que llevamos el infierno tatuado en nuestro pecho.

Me colocó una bolsa negra en la cabeza con agujeros y me llevó a su auto. No sabía tratar a una mujer, ¡qué malos modales!, me amarró al asiento trasero y arrancó a gran velocidad. Minutos después estábamos en ... el gimnasio donde empezó todo. Ya había bajado el sol, y el gimnasio estaba repleto, eso me daba alegría, porque podía escapar o tener ayuda. Me quitó la bolsa y subimos al gimnasio. Yo rezaba porque Leo apareciera, mi corazón estaba a punto de estallar. 

Al llegar logré ver aquella pintura como si nada hubiera pasado. Ana le coqueteaba a Gio entre las mujeres que siempre los rodeaban, y este, levantaba pesas enormes haciendo un espectáculo con sus músculos. Su sonrisa de niño bueno, del chico malo que conocí, estaba intacta, pero yo sabía su oscuro secreto. Las amigas de Ana y Alonso voltearon a verme, y todos excepto Gio empezaron a reírse.  Rey me soltó de pronto .

—Mira a quien te traje -dijo en voz alta.

—Pero si es nuestra chica de la foto, la usurpadora de novios, ¡por cierto! puedes afeitarte tus partes la próxima vez, en esa foto la verdad que parece que tienes un bosque —dijo la chica que me tomó la fotografía en aquella fiesta. 

Ana vio a su amiga y sonrió de forma maliciosa, pero Gio, me veía como si quisiera asesinarme. Todos empezaron a reírse, Rey, Alonso, Ana, la amiga y tres chicas más.  Una sensación quemante recorrió mi cuerpo al ver a Gio. No era lo que siempre había sentido al verlo, no era deseo, era...furia. El lanzó las mancuernas con fuerza y se acercó.

—Vaya , vaya, ¿El ratón regresa a la guarida del lobo?, esto debe ser perfecto -empezó a hablarle a los chicos —Justo estaba pensando en Lucy, porque ella se escapó de mi casino que acaba de ser destruido por algún envidioso sin alma, y mi querido Rey me la trae —hizo un gesto a Rey de aprobación  —, eres el mejor. 

En ese momento me pregunté porqué no estaba en su casino viendo los daños pero pensé que ya lo había visto, eran las  cinco de la tarde, y agradecí que no sabía quien había sido. 

—Eres un cobarde, ¡Me dejaste en ese casino como tu esclava! —me enfrenté.

Gio me tomó de la camisa y me miró con ojos afilados.

—¿Creías que me iba a enamorar de una gorda insignificante como tu?, no Lucy, yo solo te utilicé para que trabajaras para mi. Tienes un rostro bonito, si, pero esto no es un cuento de hagas donde el chico del gimnasio te salva y te hace el amor cada vez que quieras. Yo soy un gánster, y me dedico a hacer dinero —levantó los brazos—, son solo negocios Lucy. 

Las lágrimas corrieron por mi mejillas.  Su tono de voz se tornó oscuro y su rostro mostraba frivolidad. 

—¿No significó nada para ti? —La respuesta estaba en su rostro cuando se echó a reír. Mi primera vez había sido con el, aunque ya no me gustara, no podía creer lo cretino que era. 

—¡Deja de llorar!,  no, ¿sabes a cuantas mujeres me he cogido Lucy?, fuiste una más, todas esas chicas del casino, han pasado por mí —se sonrió de forma perversa—, debo probar la mercancía antes  de venderla, y ahora, prepárate porque ahora volverás a trabajar en uno de los casinos, y esta vez, no te vas a escapar. Invertí dinero en tu cuerpo y me perteneces. 

—Pero...¿porqué me trataste bonito y...

Ana llegó a zancadas y me empujó al piso. 

—Cállate, cerdita. Gio te trataba así por lastima y porque quería que le tuvieras confianza para luego usarte, ¿de verdad creías que mi Gio iba a enamorarse de ti?, ¿no te fue suficiente humillación la foto con tu gordo cuerpo peludo expuesto?

Todos, incluyendo a Gio que pude leer sus labios « tienes razón » empezaron a reírse. Todos, menos Rey que seguía con su semblante serio. Sentí ganas de llorar, pero también, la ira subió por mis venas. No iba a dejar que se burlara de esta gorda, porque sí, las gordas también tenemos derecho a vivir, soñar y a salirnos con la nuestra. Me levanté, tomé un disco y con toda la fuerza que pude, lo aventé al rostro de Ana  y luego, cuando la sangre y los gritos estallaron, golpeé en el pecho a Gio. 

Ana gritaba por su nariz rota y Gio, quien estaba sin aire,  me miró sorprendido. Los brazos de Rey me sujetaron  mientras Gio preparaba sus puños para arremeter contra mi. De su rostro emanaba la ira. Cerré los ojos y esperé el golpe. Pero al ver que no llegaba el impacto decidí abrir los ojos. 

Leo había detenido el puño de Gio como si nada con su mano. 

—Golpéala, incluso ponle otra de tus asquerosas manos encima, y eres hombre muerto, imbécil. 

Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora