Capítulo 29 : La cascada

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La tensión se sentía en el aire. Joana y Vito tenían una historia pasada que conectaba con  los misterios de mi vida. 

—¿Porqué?, ¿negarás todo?, eres un sinvergüenza, ¡te odio! —gritó Joana soltándose de las garras de mi padre, quien la miró al principio con ojos de culpa, pero luego vi, como el mismo diablo se iba asomando. Sus ojos se tornaron oscuros y sacó el arma con furia apuntando a Gio.

—¿Quieres saber que es un verdadero sinvergüenza? —La seguridad de mi padre, a pesar de tener a Rey y los hombres de Gio apuntándolo, era impresionante. Era como Leo, no le tenía miedo a la muerte. 

El pecho de Joana respiraba rápido y su rostro palideció. Gio abrió las manos, dejando a Ana libre. 

—No...el no tiene la culpa —balbuceó Joana. 

—Huy si que la tiene, ¿Acaso no crees que sé lo que le hiciste a mi hija?, la pusiste a trabajar como una de tus zorras en el burdel de mierda que tienes, y la mantuviste cautiva, ¿Dónde quieres que te ponga esta bala?

Gio y yo nos vimos por unos instantes, sabíamos de nuestra intimidad, habíamos cometido incesto. Esperaba que mi padre nunca se enterara de nuestro oscuro secreto. De repente, el sonido de un  revolver girando, para disponerse a disparar, hizo que Rey lo hiciera primero, hacia hacia Vito. Eso desató las balas y golpes entre todos. Yo me agaché e intenté huir pero mi padre me tomó  por el brazo.

—¡Escapa Lucy!, ve por aquella salida —Miré la salida más cercana, y estaba al otro lado de la cueva. Volteé y vi a mi padre peleando con Kin y tres hombres más al mismo tiempo. Vaya Lío. Me arrastré para huir de las balas, pero me detuve al pensar que Leo yacía justo en el medio de la guerra. Unas manos me tomaron por el cabello y me levantaron fuerza. 

—Ah no, tu no te vas a escapar así tan fácil —Ana Había tomado ventaja y me amenazó con un cuchillo en la garganta —¿Porqué tienes todos los privilegios que yo siempre he querido?, niña rica, hija del mejor mafioso, y protegida por todos.  Así que ya decidí, que debo matarte. 

Golpeé su costado lo más fuerte que pude y corrí hacia mi padre. Una bala al aire llegó a mi pierna y caí.  Me volteé y vi a todos en su propio Lío, así que yo debía huir del mío. Ana, con su cara macabra me perseguía con un cuchillo en la mano. Me levanté y esquivé el primer intento de acuchillarme. Tomé sus muñecas, pero ella me dio un codazo en el pecho, y sentí el cuchillo entrar en mis costillas. El dolor punzante fue impresionante. El aire se me acababa. Intenté gritar pero el sonido de la cascada y los hombres peleando eran demasiado. Caí al suelo  y me arrastré hasta llegar a la salida de la cascada. El agua salpicaba en mi rostro. Me volteé y vi a Ana cerca, pero cuando iba a seguir con su masacre, Leo tomó su muñeca con fuerza y tomó el cuchillo.

—¿Qué acabas de hacer?  —Gritó con fuerza. Su tez estaba pálida y su debilidad se notaba pero sacó fuerza para empujar a Ana. —Vete de aquí si no quieres que te mate. 

—Pero, ¿Te atreverías?, porque Leo, ¡yo te amo! —dijo en un tono sarcástico. 

—Ah, si, y también a Gio. ¡Que te den Ana!, apártate, por tu bien —dijo con los ojos cerrados. 

Leo se agachó y me miró. Tomó mi pulso y vi en sus ojos la verdadera preocupación. 

—Lucy, quédate conmigo, no te mueras, espera un poco —tomó el cuchillo y abrió una herida en mi 7ma costilla. El dolor era insoportable pero luego grité cuando Leo metió sus dedos  tratando de abrir más el hueco. Luego sacó de sus bolsillos, un bolígrafo el cual le quitó todo lo de adentro. Quería descomprimir mis pulmones de aire, con lo que tenía en la mano. Temblaba de miedo y sus manos se llenaron de sangre —¡Lucy, quédate conmigo!, por favor —sentí como todo se desvanecía y que mi pecho se apretaba mucho más, hasta que luego, un gran alivio me hizo llegar en sí. Del golpe, tomé una buena bocanada de aire. Leo había descomprimido mis pulmones del neumotórax, con un bolígrafo y yo podía respirar. Se quitó la camisa y me la colocó en el otro lado donde Ana me había herido, para tapar la hemorragia. 

Miré al mi alrededor, y en cámara lenta noté que nadie se había dado cuenta de nosotros. Mi padre estaba peleando de forma salvaje con todos. Joana estaba escapando de las balas, Gio, Rey y Alonso peleaban con los hombres de mi padre. Mi mirada de posó en el pecho de Leo, y vi su chaleco antibalas en todo su pecho. Noté que la bala le había penetrado un poco más profundo esa vez, y por eso estaba débil. El tomó mi rostro con sus manos ensangrentadas y colocó su frente con la mía un poco frenético. Quería besarlo, abrazarlo, pero no era el momento. Agradecía mucho estar viva y era obvio que salir de ahí, no sería sencillo. 

—Necesitas un hospital pronto —me dijo.

—Y tu, buscar quien cave tu tumba.

Luego de eso, una bala atravesó la garganta de Leo. El chasquido de sangre salpicó mi rostro  y su cuerpo cayó cobre el mío. La sangre era abundante. No podía creer lo que había pasado. Levante mi mirada y Ana sostenía un revolver , tambaleándose. 

—¡Siempre te amé Leo!, —se encogió de hombros mientras iba hacia mí —Pero decidiste escoger a la puerca de Lucy, y si ¡también amo a Gio y a me acuesto con Leoncio!, porqué ellos me dan dinero, ¡soy una prostituta!, ¿Qué te pensabas?, ¿Qué iba a quedarme contigo a vivir el felices por siempre?, pues ahora — me apuntó a menos de un metro de distancia a la cabeza, y yo me preparé, cerré los ojos— te reunirás con tu cerdita.

Una explosión bombardeó a Ana hacia la cascada y la hizo caer. Sus gritos hicieron que todos miraran como Ana caía. Con Leo encima, no podía moverme. Sentía que respiraba, pero su herida era muy profunda, así que presione con mi mano su garganta. Vi de reojo que mi padre sostenía una bazuca y había aniquilado a Ana sin dudar. Gio gritó adolorido, y fue con los chicos hasta la cascada.

—¡Ana! —Gio estaba en shock, nos miró de reojo y luego dio ordenes de retirada. 

—¿Es enserio?, ¿abortarás todo por ella? —Gritó Joana.

Gio se volteó y enfrentó a su madre.

—Yo amo a Ana, a mi manera. No es mi problema que no sepas amar a nadie más que a ti misma. Así que iré por ella. ¡Y tu vienes con nosotros! 

La tomó del brazo pero ella al verme, empezó a forcejear. 

—¡No, espera!, hija, se que nunca nos hemos presentado, pero ¡soy tu madre!,¡ven con nosotros! —sus ojos reflejaban desesperación —¡ven conmigo! —gritaba, sin importar que Leo estuviera bastante herido encima de mi, solo le importaba...ella. 

Vito llegó y le apuntó con la misma bazuca con la que había apuntado a Ana.

—Hazle caso a tu hijo, o los aniquilo. 

Gio tomó a su madre a la fuerza y la cargó en sus hombros. y mientras se iban alejando ella me veía y gritaba. Se fueron enseguida y desaparecieron a través de la cascada. Todos los hombres estaban quejándose mientras yo asimilaba todo.  Mi padre levantó el cuerpo de Leo, casi sin vida y vio mis heridas. Yo  me sentía adolorida, pero más me dolía pensar que Leo pudiera morir...de verdad. 

—¿Estás bien?

—¡Papá!, debemos salvarlo! —intenté gritar pero una punzada se enterró en mi costilla.

—Shhh, calma, no debes moverte, debemos llevarte a un hospital —me cargó y yo me removí.

—¡No!, porfavor papá, debemos ayudarlo. Se que...—el aire costaba para que llegara a mis pulmones—, lo odias, porque te traicionó. pero el me salvó y siempre me ha salvado. ¡porfavor! —mi voz se quebró y yo, no podía más-

Vito me miró y luego a su alrededor. Todos los hombres estaban a su merced. Golpeados, ensangrentados. Pero en mi mirada vio algo, que hizo que su semblante cambiara. 

—Muchachos, lleven a mi hija y...—suspiró—, a Leo al hospital. ¡Rápido!

Nota:   ¿sintieron la adrenalina?

Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora