𝕻𝖆𝖗𝖙𝖊 6: 𝖀𝖓𝖆 𝖇𝖔𝖉𝖆 𝖘𝖆𝖓𝖌𝖗𝖎𝖊𝖓𝖙𝖆

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El sonido del martillo de madera contra el buró aún retumbaba en los oídos de Badriyah cuando se acostó a pensar en lo que sería de ella. ¿Habría un lado positivo en toda aquella historia?

Probablemente no.

Aunque ella había deseado conquistar a Damien para lograr sus objetivos ya no estaba tan segura como antes de querer hacerle daño. Se había acostumbrado a sentirse sin fuerzas constantemente  y a la intolerancia a la sangre. Era feliz junto a Medora e incluso en compañía del cuervo.

Odiaba la idea de la más mínima posibilidad de causarle algún mal. Incluso si la boda era una buena idea ella casi podía sentir en la piel que todo acabaría de la peor manera y esperaba  no tener ni un ápice de razón en el fondo.

En pocas horas dejaría de ser Badriyah Asya para convertirse en Badriyah Raven. Juraría amor y lealtad frente a muchas criaturas sin siquiera estar segura aún de su enamoramiento por Damien.

Su vida se había vuelto complicada incluso en torno a los asuntos de apariencia sencilla.

Apreciaba mucho a Damien, de eso estaba segura, ¿pero lo amaba? Quizás no, no aún. Solo estaba segura de una cosa, se volvía débil cada minuto que pasaba junto a su futuro esposo. Recordó con tristeza los cientos de advertencias sobre involucrar sentimientos con la criatura que un tiempo atrás había estado dispuesta a asesinar y deseó no haberle tomado tanto aprecio. Quizás fue su modo de mirarla, la manera que tenía de protegerla o querer ayudarla sobre todas las cosas. Tal vez su cabello negro y sus ojos profundos contribuyeron al desastre. No sabía con exactitud que parte de Damien la había vuelto más frágil que antes de conocerlo. ¿Quería volver al pasado y revertir los hechos? Aunque ni con la magia ancestral más poderosa aquello era posible llegó a la conclusión de que no, probablemente no cambiaría nada a pesar de su precaria situación. No se arrepentía de haber conocido a Damien ni de los pocos momentos de felicidad que habían compartido.

A lo mejor solo tenía que cambiar la perspectiva, pensar en la boda como algo bueno y no como en una catástrofe, eso la ayudaría a sentirse un poco mejor al menos. Dos toques en la puerta la sorprendieron sacándola de sus pensamientos.

—Siempre me han dicho que ver a la novia antes de la boda es de mala suerte, pero tú y yo no creemos en esas tonterías ¿verdad?

Badriyah sonrió y por un segundo solo pudo pensar: los Circe han ganado esta vez, creo que me he dejado conquistar por este chico.

—Supongo que no.
— ¿Estás nerviosa?
— ¿Cómo estás tú?

El cuervo tomó asiento junto a ella en el camastro.

—Yo, estoy feliz.

Respondió Damien tras una larga pausa.

—Yo estoy asustada.
— ¿Una vampira superior sintiéndose asustada? Definitivamente eso no se ve todos los días.
—Tienes razón, pero esto me supera y perdona que lo diga pero no puedo evitar la idea de que tu madre realmente está tramando algo muy grave.
— ¿Qué tal si nos hacemos la idea de que por esta vez ella no está tramando nada?
—Quizás sea una probabilidad para ti, pero yo jamás me voy a fiar al cien por ciento.
—En ese caso Badriyah, siento que no puedo hacer nada por ti, pero ¿sabes qué? En vez de pensar cosas negativas podrías imaginar que viviremos felices.
—Me disculpo por decepcionarte, pero dudo que ese sea nuestro final Damien.

Badriyah lanzó un suspiro largo, muy largo que le permitió elegir con cuidado sus próximas palabras.

— ¿Me estás diciendo que no conoces la profecía?

Damien mostró una mirada de desconcierto y la mantuvo firmemente todo el tiempo que se tomó para responder.

—Me sorprende que menciones ese asunto, pero seré sincero contigo, sí la conozco.
—Sabía que los tuyos habían robado el libro de entre mis manos.

𝐋𝐚 𝐮́𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐯𝐚𝐦𝐩𝐢𝐫𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora