Capítulo 5: Los inocentes y los héroes mueren, los culpables se salvan.

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—¿Esto es la luna? —preguntó el Uzumaki.

—Su interior —respondió Nanko mientras su mano comenzaba a iluminar el lugar—. Está mucho más oscuro de lo que pensaba. Démonos prisa en encontrar a Toneri, quizá ya se ha dado cuenta de que estamos aquí.

—Mi madre me explicó que solía haber un sol aquí dentro, pero que ella y mi padre lo destruyeron para evitar que la luna chocase contra la tierra —explicó el chico.

—¡Muy buena idea! —exclamó la Uchiha, creando una esfera de luz en su mano—. Si concentro chakra imbuido en luz y lo mantengo en el centro, crearé un sol artificial. —Lanzó la esfera de chakra hacia el cielo y todo se iluminó.

—Recuerdo algo de un castillo y un pasadizo para llegar a él, supongo que ahí es donde está Toneri —dijo el Uzumaki—. Pero no sé dónde está exactamente, lo siento.

—No te preocupes, lo encontraremos eventualmente. Es una pena que ninguno de los dos tenga el Byakugan —susurró ella, abrazándose a sí misma.

—¿Tienes frío? —preguntó el chico, Nanko asintió—. No me extraña, no llevas nada de abrigo.

—Bueno, es que es mi traje de misiones. —Rio mientras el chico le colocaba una bufanda roja alrededor del cuello. —Lo mejor sería separarnos, cubriremos el terreno más rápido. La ciudad parece desierta, así que no deberíamos preocuparnos en exceso por los enemigos.

—No, no nos separaremos. Estaremos bien si estamos los dos juntos —comentó él seriamente. La Uchiha asintió y ambos comenzaron a deambular por la ciudad.

Entraron en varias casas, pero no encontraron nada relevante. Nanko sugirió ir al lugar más elevado para poder ver si el túnel era algo que estaba a plena vista. Pero una vez en el mirador, no encontraron nada. La Uchiha observaba la ciudad desde allí extremadamente concentrada, pero Boruto, en vez de buscar también, la miraba a ella. Era preciosa, la chica más bella que había conocido. Su pelo ondeaba al son del viento y su ceño estaba ligeramente fruncido. Suspiró y relajó su mirada. Se la veía triste, estaba a su lado pero distante a la vez. Sabía que en momentos así, pensaba en su padre. El Uzumaki tragó un poco de saliva y trazó con sus ojos el contorno de su perfil. Sus labios estaban sutilmente apretados, Nanko cerró sus ojos durante algunos segundos y sonrió de una manera bastante falsa.

—Lo siento, no he visto nada —dijo la chica.

—¡No te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo! —El estómago del rubio rugió. Ambos comenzaron a reír.

—Entremos en alguna casa, podemos comer y descansar ahí. Mantener la bola de chakra cansa un poco, así que aprovecharé para deshacerla una vez dentro —comentó Nanko, su amigo asintió y ambos se metieron en una casa al azar.

Boruto sacó una olla, un mechero bunsen de su mochila y dos paquetes de ramen instantáneo. La Uchiha puso agua dentro de la olla y, una vez se calentó, comenzaron a preparar los fideos. La chica hizo desaparecer la fuente de luz y se quedaron únicamente iluminados por una linterna.

—Pareces triste, ¿te pasa algo? —preguntó él, añadiendo las especias del ramen en la olla. Nanko negó—. No mientas, se te nota. Sabes que puedes contarme lo que sea.

—Sus imágenes me golpean —susurró la Uchiha, refiriéndose a su progenitor—, una tras otra. Los recuerdos, los momentos que compartimos juntos, se han acumulado en mi corazón. Y, en el momento en que encuentran una grieta en él, comienzan a salir a borbotones. Pienso en mi padre, en nosotros juntos y luego en mí. No soy capaz de detener las imágenes, que se me aparecen incesantemente para recordarme que yo le maté. Por primera vez en mi vida, me he dado cuenta del infierno que supone vivir sin él. Y no pude hacerlo hasta que lo maté.

—Tu padre murió en tus manos, estoy seguro de que está agradecido por eso. —Boruto sonrió. La chica le miró mientras se le formaba un nudo en la garganta. Estaba agradecida de tener a alguien como él a su lado, aquello era algo que necesitaba escuchar. Nanko asintió y sonrió—. Yo también pienso a menudo en él, pero pensar que lo mataste tú me reconforta en cierta manera, porque sé que le querías. Comparado con tu dolor, el suyo duró únicamente un instante. Estoy seguro de que está orgulloso de ti.

La serpiente contra el dragón.
La batalla del engaño.
El combate entre Sasuke y ella seguía apareciéndose en sus sueños. En ellos, su padre seguía vivo y ella podía seguir escuchando su voz. Tobirama tenía razón, no había nadie que sintiera el amor tan profundamente como un Uchiha.

—Ya está listo. Buen provecho —dijo el rubio, ofreciéndole unos palillos. Ella los aceptó y ambos comenzaron a comer de la olla.

Una vez hubieron acabado, el chico sugirió que durmieran un poco para recobrar fuerzas, sobre todo su amiga, que había utilizado el Rinnegan. Ella se negó, diciendo que debía hacer guardia por si acaso, pero que él podía dormir. Creó una hoguera para que no pasaran frío. Tras insistirle un poco, y aprovechándose Boruto de las pocas ganas que su amiga tenía de discutir, Nanko acabó aceptando dormirse y ambos se tumbaron junto al otro, apoyando sus cabezas en las mochilas.

Pero Nanko no podía dormir. Porque dormir significaba una posibilidad de tener pesadillas y ella, en un titánico esfuerzo por escapar del sufrimiento, henchida de desesperación, intentaba no tener que repetir la muerte de su padre en su cabeza otra vez.

Boruto, que se dio cuenta de que la chica no se había dormido todavía, la abrazó. Ella no supo qué hacer, así que simplemente se dejó arropar por los brazos de su compañero. Al final, acabó dormida.

Para su sorpresa, no tuvo ninguna pesadilla. Fue Boruto el encargado de despertarla. Le ofreció una barrita energética y ella se la comió. Tardaron poco en reanudar su recorrido por aquella ciudad. La Uchiha volvió a crear ese conglomerado de luz y se dedicaron a entrar en las casas, una a una. De repente, Boruto cayó por unas escaleras.

—¿Estás bien? —preguntó Nanko, acercándose a él, que asintió sonriendo. Había dado con el pasadizo—. Bien hecho, Boruto. Parece que la única manera que tienes de acertar es equivocándote.

—¡No seas tan mala, Nanko! —La chica rio y ambos atravesaron el túnel.

Al salir, quedaron delante de un enorme palacio. La Uchiha observó el lugar detenidamente. Era majestuoso y seguía iluminado, lo que indicaba que no estaba vacío. Aun así, existía cierto aire lúgubre a su alrededor. No tenía ni idea de la clase de individuo que vivía allí, pero debía ponerse en la peor de las situaciones. Si llegaban a ser atacados, intervendría con su Susanoo.

El Uzumaki la miró y sonrió. Nanko se colocó mejor la bufanda y ambos corrieron hasta llegar a la puerta, que se abrió al ponerse ellos delante, como si les estuviera esperando.

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Sharingan | Nanko Uchiha | Boruto UzumakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora