𝐀𝐑𝐀𝐃𝐈𝐀 𝐒𝐀𝐖𝐘𝐄𝐑 tiene un don.
El futuro se muestra ante sus ojos, aquellos de color violeta que brillan cuando el destino se le es mostrado. Ella lo tenía todo controlado, casi, todo.
¿𝘘𝘶é 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳á 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘶𝘴 𝘷𝘪𝘴𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴...
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Mientras charlaba con Scott, no podía quitarme aquel nombre de mi cabeza.
Allison.
¿Por qué estaba abrazándome como si fuéramos amigas?
Nunca tuve amigas, es decir, Lydia Martín, una pelirroja de piel pálida de la cual estaba enamorado Stiles, había sido mi amiga. Hasta que prefirió volverse la novia sin cerebro de un idiota del instituto.
Desde ese entonces, no tuve más amigas y no quería unas, con Scotty y Stiles me bastaba y sobraba.
—Ara —saliendo de mis pensamientos, miré a Scott.
—¿Está todo bien? —cuestionó, mientras arreglaba su palo de lacrosse, sentado en la orilla de su cama.
Asentí— solo fue un día muy largo en la veterinaria.
Me tiré en su cama, mirando el techo.
Scott dejó de lado el palo y se acercó a mí.
—¿Segura qué está todo bien?
—Sí —contesté y me acomodé en su cama, apoyando mi peso en mi codo flexionado— ¿estás nervioso por mañana?
Él sonrió, logrando que sus ojos se achines y sus hoyuelos aparezcan. Siempre me había parecido uno de sus rasgos más bonitos y dulces.
—Algo, ¿vendrás a verme al entrenamiento?
—¿Me he perdido alguno? —cuestioné sonriendo.
Revolvió mis cabellos antes de reincorporarse y tomar el palo de lacrosse.
—¿Stiles está en su casa? —pregunté, curiosa, de no verlo aquí.
Cuando Scott iba a responderme, ambos oímos un ruido fuera de la casa.
—¿Oíste eso? —hablé, intentando mirar por la ventana, pero Scott me detuvo cuando oímos otro golpe.
—Shh. . .
El moreno tomó una chaqueta y luego el bate de béisbol que tenía de bajo de su cama.
—¿Dónde vas? —cuestioné cuando lo vi salir de su cuarto.
—A investigar.
Tomé mi chaqueta del sofá de su cuarto y corrí detrás de él.
Debía protegerlo, no sabía aun cuando sería que lo morderían.
Él fue delante de mí hasta terminar en el porche de la casa, puso el bate en posición y esperamos a ver algo.
—¿Y si vienen a matarnos? —pregunté, escondiéndome detrás de su espalda.
