Nadie puede entender cómo de un día para el otro la vida que tanto habías soñado y creado te la quitan sin permiso alguno.
A Sophia le bastaron dos días y el apocalipsis para que toda su historia llegara a su fin.
Se la arrancaron de las manos.
Y re...
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Por la noche llegaron al edificio que habían distinguido a la lejanía.
Haciendo el menor ruido posible y sin llamar la atención, Joel ofreció sus manos para que Ellie se trepara a ellas y pudiera entrar por la pequeña ventana, mientras Sophia mantenía su arma apuntando al aire y atenta a cualquier ruido que alertara su seguridad.
— ¿Lista? Uno, dos...— Y sin terminar el conteo el hombre empujó a la niña, quién rápidamente se colgó a la ventana.
— Espera, espera— Ordenó nerviosa al darse cuenta que estaba mal acomodada y la mitad de su cuerpo colgaba hacia afuera.
— Enderezate, yo te tengo— y en un segundo acomodó su cuerpo para adentrarse al lugar.
— ¡Listo, ya entre!— Afirmó tranquila.
— Bien, primero echa un vistazo alrededor— Ordenó Joel pero fue ignorado, y ambos adultos pudieron escuchar la caída de la niña al suelo— ¡Ellie! Maldición...
Ambos se acercaron a la puerta cerrada.
— No puede ser tan confiada...— Suspiró molesta la castaña.
Y es que la niña no entendía que podía haber cualquier peligro que acabara con ella y no podría recibir una ayuda porque estaba sola.
Sophia recargó su cuerpo en la pared y cerró sus ojos para calmar su acelerada respiración y el palpitar de su cabeza. Joel se dió cuenta de aquello y supo que en cualquier momento perdería todas sus fuerzas.
— ¿Estás bien?— Preguntó ya sabiendo la respuesta.
Sabiendo también que le mentiría.
— Perfecta— Aseguró despreocupada volviendo a abrir sus ojos para mirarlo.
— ¿Sí? Pues dícelo a tu cara— Joel frunció su ceño con obviedad.
Sophia ladeó su cabeza completamente indignada por aquel comentario. Sin embargo, no tuvo tiempo de devolverlo cuando la puerta fue abierta por una Ellie que llevaba una esplendida sonrisa.
— ¿Qué harían sin mí, eh?— Preguntó la niña de manera altanera.
Sophia alzó sus cejas mientras se adentraba al lugar y pasaba por su lado.
— Probablemente en mi cómoda cama y durmiendo con Max— Replicó con obviedad.
— Y yo en Wyoming— Agregó Joel de la misma forma.
— Sin duda mejor que ahora— Finalizó Sophia.
— Ah sí, se las dejé servida.
Ambos adultos se posicinaron primero, con sus armas en alto y alumbrando pequeños sectores con la linterna para verificar que sea seguro.
Joel alumbró el sector de las escaleras con rapidez y se detuvo frente a ellas.
— Bueno, vamos a subir— Afirmó tranquilo— En la mañana echaré un vistazo a la ciudad y buscaremos una salida.
