Nadie puede entender cómo de un día para el otro la vida que tanto habías soñado y creado te la quitan sin permiso alguno.
A Sophia le bastaron dos días y el apocalipsis para que toda su historia llegara a su fin.
Se la arrancaron de las manos.
Y re...
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Tommy y María los llevaron hasta el comedor del pueblo para brindarles una exquisita comida casera y caliente.
Joel y Ellie comían sin detenerse, desesperados. Al contrario, Sophia, quién seguía con la imagen de Daniel en su cabeza apenas apenas pudo probar un bocado, pues ver qué estaba vivo y la familia que formó le quitó todo apetito y cerro su estómago en un nudo.
Miró a Tommy y a María quienes se encontraban con su ceño fruncido a los desesperados Ellie y Joel.
La castaña no pudo evitar sonreír con diversión pero a la vez con desagrado.
— Mastiquen— Ordenó divertida la castaña—La comida no se irá.
Joel miró a la mujer con sorpresa, no se había dado cuenta de cómo se estaba comportando.
Y detuvo su acelerado ritmo para comer.
— Si quieren hay más— Habló María con una pequeña sonrisa.
— Gracias...— Murmuró Joel algo incómodo por su presencia— Llevábamos tiempo sin una comida decente— Trató de ser amable.
— Es la primera comida decente de mi vida— Ambos adultos la miraron indignados ante aquel comentario— Esta increible.
— Mal agradecida— Masculló Sophia en burla.
Recordando el trabajo que realizaban Joel y ella para que la comida enlatada no fuera tan asquerosa.
Sin embargo, la niña ni siquiera apuntó su cabeza hacia los adultos.
Sin darse cuenta que sus comentarios y comportamientos sorprendían a los dos que no conocían su especial personalidad.
— Perdón— Murmuró Joel avergonzado para luego golpear la mano de la niña a su lado— Ellie, comportemosnos.
La niña por primera vez levantó la cabeza despreocupada, sin hacer caso a las palabras de Joel y mirando hacia un punto detrás de Tommy, donde se encontraba la cocina.
— ¿¡Qué!?— Elevó su tono de voz con mandato.
Los dos adultos miraron confundidos a la niña y luego la dirección a donde se dirigía.
Una adolescente, que se encontraba detras de una pared espiándondos, salió de su escondite atemorizada para alejarse de ellos con vergüenza, pues había sido descubierta.
Sophia giró sus ojos y miró a la niña para recargar su cabeza sobre su mano y negar con fervor.
Aunque tapó su boca para ocultar la diversión que le generaba.
— ¿Qué te pasa?— Preguntó Joel con molestia para luego mirar a Sophia en busca de apoyo.
— ¿Qué le pasa a ella?— Replicó con obviedad para volver a comer.
— Solo tiene curiosad— Aseguró Maria— Los niños de aquí no lucen ni hablan como tú.
