- El final de la era part.1-

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Dos días para la llegada de la conquista.

El joven Hiroshi no dijo nada en el trayecto de regreso al templo. Toda aquella escena lo hacía sentir un tremendo escalofrío recorrer por todo su cuerpo, las ganas de regresar a sus tierras volvían a cada momento. Pero, ahora su corazón se estremecía en pensar en dejar a su amado aquí, ahora ya se había convertido en su hogar. ¿Acaso estaba a salvó? ¿Harían lo mismo con él?

Las dudas inundaban su mente y este le hacía desconfiar en todo lo que había creado en este tiempo en estas tierras. Quetzalcóatl notaba la preocupación de su amante, no era fácil quitarle toda esa escena que vió el contrario. Por eso, odiaba hacer ese tipo de rituales para su poder. Toda su gente era especial para la serpiente, verlos en muerte para su necesidad no era su fuerte o su esencia. Sin embargo, aquella noche, solo al llegar al templo ambos jóvenes solo durmieron con un silencio incómodo. Parecía que se había hecho una gran barrera.

Pero, alguien ya miraba a lo lejos que su plan haya cumplido con cierto éxito. Xibalba en silencio sonreía desde el pie del templo, ahora sabía que aquél extraño su alma había sido corrompido por la realidad de estas tierras. Ahora más que suficiente para poder manejarlo a su merced, es lo que más amaba del hombre del maíz, almas inocentes en busca de su fe en cualquier fuente espiritual.

- Mi señora.- De las sombras apareció unos de sus sirvientes, quién no tardó en hacer una leve reverencia.- Los dioses de metal están dentro de nuestros mares cercanos, llegarán a pisar nuestras tierras en dos días. Retiramos a las criaturas de las tierras de Quetzalcóatl.

-¿Cuántos dioses quedaron en esta masacre?

- Los cuatro principales y diez dioses hermanos, mi señora.

- Y dime...- Sonrió levemente.- ¿Se dirigen los dioses de metal hacia aquí?

-Solo han entrado a nuestros mares.

- Iré a darle una visita a nuestros nuevos invitados. - La mujer dió media vuelta para caminar y desaparecer en las penumbras, con su poder se escabullo por la naturaleza para llegar a las orillas del océano. La noche era perfecta para pasar desapercibida entre la oscuridad, al llegar a las aguas, se combinó entre las mareas para ir en busca del barco de aquellos dioses que eran más temibles que otro dios de la muerte.

Cuándo logro dar con el navío, sonrió y su bello cuerpo se convirtió en una espesa nubla que dejó sin visión para los navegantes.

-Manténgase en alerta, estamos entrando posiblemente a tierras nuevas.

- Cortés, vuestros cañones están preparados para atacar. ¿Seguimos con la misma ruta?- habló un soldado que llamo a un hombre fornido y no pasado de sus cuarentas. Hernán Cortés, gran capitán enviado por los mismos reyes de la gran España. Listo para nombrar nuevas tierras y poder colonizar para hacerlas parte de su  reino natal. Sin embargo, ellos llevaban otro tipo de ruta que ya habían tomado anteriormente otras tropas años atrás.
 
Pero la diosa tenía otro plan para poder distraer a todas las deidades restantes y poder ir por los huesos sagrados. Cómo una pequeña brisa fresca nocturna, se acercó a Cortés y comenzó a usar un hechizo para poder cambiar su visión. Le mostró todas las riquezas que había en Tenochtitlan por medio de imágenes en su cabeza. Le mostró su posible futuro como Rey en estás nuevas tierras nativas, cosa que hizo sonreír al capitán.

"Den un solo giro y llegarás a tu nuevo destino"

-Den un giro...-susurró Cortés perdido en aquel trance.

-¿Dijo algo, señor? - miró el soldado encargado del timón que escuchó el leve susurro.

Cortés reaccionó y sacudió la cabeza como si estuviera despertando de un sueño. Sus hombres lo miraban extrañados por el silencio de su capitán, pero cuándo esté los miró aclaro un poco la voz.

Axolotl Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz