- La Esperanza llega-

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A kilómetros de la Ciudad de México, aquella luz que había inundado los cielos estaba a punto de descender e impactarse en algún punto no muy cercano. Desde lejos, un joven de piel canela observaba aquél fenómeno, en su rostro se formaba una leve sonrisa sabía de alguna forma de que se trataba de algo diferente. Sin dudar tomó su motocicleta y se dirigió al posible lugar de aterrizaje.

Cerca de las lagunas del estado, otro joven de tez morena, cabellos castaños y algo largos, también observaba aquél cometa. También no dudo en tomar su auto y dirigirse a aquel lugar. Otro joven algo mayor, también se dio cuenta de esto y se direccióno de inmediato, algo estaba pasando, y solo estos jóvenes conocían perfectamente la causa.

En escasos minutos, aquella luz impacto en algunas colinas despoblada que daban vista a una gran laguna de aguas cristalinas. Un leve temblor sacudió el lugar cuando tocó tierra, un silencio inundó todo el lugar por pocos segundos y todo continuó con su curso.

La misteriosa luz comenzó a tomar forma humana, piel canela revelándose en aquel esplendor, ropas con detalles dorados, un penacho emplumado con una cabeza tallada de una serpiente. Un joven de buen parecer se transformó, miraba a su alrededor intentando analizar el lugar en dónde había caído. El silencio solo fue su respuesta a todas sus dudas.

-Vaya, sabía que eras tú- una voz masculina hizo que aquél misterioso ser lo mirara directamente. Cabellos oscuros, ojos afelinados y una piel canela inundada por todo su cuerpo. Y un pequeño lunar debajo de sus labios le daban un toque coqueto a su físico. El tipo emplumado solo se quedó en silencio sin dejar de observar al joven frente a él.

- ¿Tezcatlipoca?...

- Qué bien que me reconociste hermano mío. Pensé que con tu huida también te olvidaría de nosotros ....- contestó el joven dios con algo de molestia.

-Dejalo en paz Tezcatlipoca.- habló otra voz más madura y masculina quién camino a su encuentro. El mayor sonrió al joven emplumado para tranquilizarlo un poco- es un gusto volver a verte hermano.

- Huitzilopochtli...

- ¿Eres y tú Quetzalcoatl?- otra voz masculina se hizo presente, era el hermano menor de cabellos castaños largos, no dudo ni un momento en abrazar a su hermano.- ¡Haz regresado!¡Sabía que volverías!

- Tláloc hermano mío...

- ¡Tláloc aléjate de inmediato! ¿Qué acaso se te olvidó que por su culpa nos pasó esto?- habló molesto el hermano gemelo quien se acercó para intentar alejar al menor. Sin embargo Huitzilopochtli se colocó en medio de ellos, Quetzalcoatl bajo la cabeza algo decaído, sentía en verdad culpabilidad de hace tiempo.

- Basta, sabemos que sucedieron cosas desde que él se fue pero, él no tiene nada que ver con ello.

- Oigan....¿Qué fue lo que pasó?- los jóvenes se vieron entre ellos con algo de dolor para decirlo. Tezcatlipoca suspiró y llevó sus manos a su rostro para intentar calmar su molestia.

-No sabes cierto... cuándo desapareciste, los españoles vinieron tiempo después. Hicieron que nuestros creyentes y pueblos nos olvidarán por completo. Epidemias, muertes, sangre, todo se fue a la nada. Nuestros padres no pudieron contra ellos, nuestros poderes no fueron lo suficiente. Nuestros últimos sacerdotes nos robaron nuestras reliquias para ocultarlas , se llevaron mi espejo...

-Mi cántaro...- continuó Tláloc.

-Mi escudo y mi macuahuitl.- siguió el mayor.

- Y sin terminar de nombrar tu bastón- prosigio su hermano gemelo.-nuestros templos, nuestros pueblos, nuestra gente ...todo...¡Todo se fue a la chingada por tu culpa!

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