Capítulo 12

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—Hola, mamá—Mi hermana es la primera en saludarla, yo finjo una sonrisa a nuestra vecina que acompaña a mi madre, la señora O'hara, una mujer con más vidas que un gato; de 70 años que vive sola en la casa de al lado.

—Hijas—Mi madre y su cabello negro canoso, parece que no fuese la mujer que vi en la cama de aquel hospital, la misma que quería morir. Es tan bella y su sonrisa siempre ha sido mi parte favorita de ella.

Me acerco a ella, quisiera estar enfadada, quisiera también odiarla, pero lo único que hago es... abrazarla.

—Hola, mamá.

Nos disponemos a entrar al salón principal, nuestra antigua casa sigue siendo la misma, aunque ahora es demasiado grande para ella. Sus gatos son su mejor compañía pero me parte el corazón que siga aquí y sola.

—¿Cómo está Realeza? —Pregunta mi madre cuando me arrodillo a tocar uno de sus cinco gatos.

—Como su nombre lo dice—no aparto la mirada de la gata blanca y pelaje perfecto—En casa, como un rey.

—Yo me voy a ver mi telenovela de la tarde—Se despide la señora O'hara, Dios bendiga a esa mujer por haber encontrado a mi madre a tiempo.

—Aunque quien sabe, muy pronto quizás ya ni eso pueda hacer.

Frunzo el cejo por su comentario.

—¿Sucede algo?

Suspira con dolor.

—Mi hijo me quiere mandar a un asilo de ancianos, no quiere que viva sola, además ya no pueden seguir pagando la hipoteca de la casa.

—Lo siento, señora O'hara—La consuela mi hermana.

—Más lo siento yo por haber parido a ese par de mal agradecidos—Bromea—Me voy, fue un placer verlas, jovencitas.

Me da un poco de pena por ella, es un poco mayor que mi madre pero parece que hayan sido hermanas, desde hace más de diez años que la conocemos y desde que nos mudamos aquí, si diez veces vimos a sus hijos que la visitaran, fue mucho. Mi madre siempre ha contado con ella, incluso cuando mi padre vivía, sé que la señora O'hara fue la primera en saber lo que mi padre le hacía a ella.

—¿Tienen hambre, hijas?

—No, mamá, hace una media hora que almorzamos.

Mi madre me sonríe avergonzada y yo la sigo viendo de una forma seria, no parece triste, pero la conozco ahora muy bien, y me doy cuenta que tanto ella como yo estamos fingiendo.

—Necesito hablar con las dos.

Me tenso al escucharla, mi madre siempre ha sido risueña, más allá de su problema con la depresión, pero de demandar que necesita hablar con nosotras nunca lo ha hecho.

Lo que pasaba con mi padre era discutido en su habitación, jamás escuchamos gritos o peleas de ellos, es por eso que pensé que nuestra familia era perfecta, cuando en realidad nada de eso existió.

Mi hermana y yo somos las primeras en sentarnos y luego mi madre lo hace frente a nosotras con sus manos en las rodillas.

—Hay algo que debo confesar—empieza a decir—Principalmente a ti Christy.

Oh, no, no, no.

—¿Qué sucede, mamá?

—Mamá—Intervengo—¿Qué haces?

—Algo que debí hacer hace muchos años.

Mis manos empiezan a sudar y mi madre empieza a ver solamente a mi hermana cuando escucho que dice:

La Profesional  (Libro 2) (Ya en Físico y Audiolibro)Where stories live. Discover now