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Bip*
Bip*
Bip*
Bip*
Bip*
Bip*
Bip*
Bip*
El despertador sonaba a la misma hora todos los días. Una mano femenina se estiró para detener el irritante sonido, al ya no oír el molesto "Bip" se dio la vuelta para poder ver a la persona con quién ha estado casada por cinco años.
sonreíste, una sonrisa boba, viste como el albino abría lentamente los parpados permitiéndote ver esos ojos que tanto te cantan.
—Buenos días, cariño.
Dijo el albino aún adormilado. Le diste un beso en la frente.
—Buenos días. Yo iré a despertar a los niños.
Te levantaste y te sentaste en el borde de la cama, estiraste las manos y brazos, ya cuando te ibas a levantar una mano te agarro de tu antebrazo, volteaste la mirada.
—¿Se puede un rapidito?
Pregunto el albino, sonreíste dulcemente, miraste el reloj de mesa para luego ver al albino.
—Un rapidito no hará daño.
El albino sonrió victorioso. Dejaste que él te recostara de nuevo poniéndose en sima de ti, empezó a besarte, besos que fueron de tranquilos a rápidos y apasionados, tomo uno de tus pechos masajeando y apretando este.
Tratabas de no gemir muy fuerte, ya sabes, por la inocencia de tus niños.
El albino frotaba su intimidad con la tuya aun con su pijama puesta. Él al igual que tú trataban de contenerse.
—Eres perfecta. . .
Dijo el albino con su respiración agitada.
Soltaste una ligera risa, provocativa para el albino. Tomo tu cadera y quitó tu pantalón, junto a tus dragas, apesar de que ya eras adulta a un te sonrojadas por lo que Dabi o mejor dicho Touya te hacía durante el sexo.
El albino sonrió burlesco, bajo hasta tu intimidad, te miro directo a los ojos. Tu rostro era tan explicito que excitaba más al albino.
Saco su lengua y la paso por tus labios vaginales, un gemido ahogado salió de tu boca, lo que hizo sonreír al albino.
