x. don't thank me yet.

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❛ 𝕮APITULO 𝕯IEZ ❜

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❛ 𝕮APITULO 𝕯IEZ 

" No me agradezcas aún"

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     QUIEN DIJO "HOGAR, DULCE HOGAR" nunca había estado en Ravka.

 Cuando Echo se marchó, el país estaba al borde del caos y, por lo que ella podía ver, nada había cambiado. La suave corriente de los disturbios civiles fluía por las calles, socavando cualquier mínimo de vida hasta que la gente parecía preparada para la guerra, fuera cual fuera la forma que adoptara. Algunos caminaban con la cabeza gacha, otros daban pasos enérgicos agitando carteles que reclamaban la independencia de Oriente y algunos se enfundaban en keftas de color rojo, morado o azul. Ravka era una olla de agua sobre un fuego bien avivado y, pronto, estaba a punto de alcanzar el punto de ebullición.

 Para los Cuervos, que nunca habían visto nada de Ravka más allá del DeKappel robado que colgaba de la pared de Kaz, el país era cautivador. El hedor de Ketterdam había quedado muy, muy atrás, cambiado por los sabores rústicos del Este y, por primera vez en siete meses, casi podían sentir el roce del aire fresco contra su piel.

 Pero para Echo, la novedad de su lugar de nacimiento desapareció en un instante. Su regreso a casa fue agridulce. Además del hecho de que volvía como una auténtica criminal, más propia de los bajos fondos criminales que de su país natal, también estaba el recuerdo de una promesa de hacía mucho tiempo. A cada paso resonaba en sus oídos, revitalizada por el suelo de Ravkan bajo sus pies.

 Si vuelvo a verte, te arrancaré el corazón del pecho.

 El tiempo en Ketterdam había hecho poco por aplacar la paranoia que contaminaba las venas de Echo, pero aquí estaba de nuevo, reptando, arrastrándose, volviendo a ocupar su trono. Cada mirada sin sentido en su dirección se volvía peligrosa y si miraba por encima del hombro una vez más, Kaz empezaría a pensar que estaba haciendo algo más que apreciar las vistas. Haría preguntas y Echo no sabía si su falsa lengua los salvaría aquí. En Ravka, la verdad era tan peligrosa como las mentiras con que la cubría.

trouble ⋆ kaz brekkerWhere stories live. Discover now