Once

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—Pero está demasiado bien conservado para ser tan antiguo. 

Spreen se encogió de hombros con gesto despreocupado. 

—Es lo que hay. 

—Sí, pero si es tan antiguo, ¿cómo es posible que sepas hablar esa lengua teniendo en cuenta que es el primer documento escrito que encontramos? 

—Ya te lo he explicado. A grandes rasgos es la misma lengua de mi infancia. Crecí en una comunidad muy pequeña y cerrada, con un dialecto que se diferencia bastante del griego que vos conocés. —Señaló el diario con la cabeza—.Esa es mi lengua materna. 

Roier meneó la cabeza mientras intentaba asimilar la importancia de su descubrimiento. De lo que Spreen le estaba diciendo. Era gigantesco. Muchísimo más importante de lo que había soñado en la vida. 

—¿Comprendes el significado del hallazgo de algo tan antiguo? 

—Más que vos. 

—Nadie va a creerlo. Nadie. 

Si alguna vez Roier intentaba presentar su teoría y aportar el diario como prueba, nunca volverían a tomarlo en serio.

Spreen le dio un trago a la cerveza. 

—Creo que tenés razón. 

Porque Spreen se iba a encargar de que nadie le creyera. 

Con los ojos brillantes por la emoción, Roier se llevó el diario al pecho y lo acunó como si fuera un bebé. 

—Tengo en los brazos un objeto que alguien atesoró hace... once mil años.¡Once mil años! —repitió—. ¡Dios mío, Spreen! ¿Te has parado a pensar lo antiguo que es? 

« Ni falta que me hace» , respondió Spreen para sus adentros. 

—Este diario podría explicármelo todo. Lo que comían, cómo vivían... —Se le llenaron los ojos de lágrimas—. Este diario es la llave que nos abre la puerta aun mundo totalmente desconocido para el ser humano. No puedo creerme que hayamos descubierto algo así. Con razón nadie identificaba la lengua y los equipos de datación no arrojaban datos concluyentes. Las fechas que obteníamos eran tan descabelladas que nunca las creímos y nos empeñamos en seguir haciendo pruebas y más pruebas. ¡Dios mío! —exclamó—. Once mil años...Imagínate lo bonito que tuvo que ser el mundo en aquel entonces. 

Desde el punto de vista de Spreen no lo fue tanto. Si pudiera, se arrancaría de la memoria gran parte de aquellos años. 

—Que sepás que estás empapando de grasa corporal el diario. Dada su antigüedad, no creo que sea bueno que lo toques sin protección. 

Roier lo soltó de inmediato. 

—Gracias. A veces me dejo llevar sin darme cuenta. —Se sentó a su lado en el suelo y lo miró sin pestañear mientras se aferraba al reposabrazos del sillón que él ocupaba—. ¿Qué más puedes decirme? 

«Mucho más de lo que te imaginas» , respondió de nuevo Spreen para sus adentros. 

Podía hablarle de todas y cada una de las personas mencionadas en el diario, dos de las cuales seguían vivitas y coleando. Y esa era la parte más escalofriante del descubrimiento. Porque el contenido del diario era inocuo. 

Lo único que demostraba era lo protegida e inocente que Mayichi había sido durante su infancia y su adolescencia. El maravilloso ser humano que había sido. 

—¿Qué más quieres saber?

Antes de que Roier pudiera contestarle, lo llamaron al móvil. Su tono de llamada era la canción de Ozzy Osborne « Bark at the Moon» . 

SALVATORE- spiderbearOù les histoires vivent. Découvrez maintenant