CAPÍTULO 11

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Apesar de haber sido una noche tan tormentosa y humeda, la mañana amanece como si nada hubiese sucedido. A parte del olor a pasto humedo y algún que otro charco, todo es normal. El sol brilla como cualquier otro día de verano y se cuela por aquella ventana no bien cerrada de la habitación de la cabaña.

Un bonito amanecer que se topa con aquella pareja en su dormitorio.

Edén respira calmado, durmiendo plácidamente como si por fin tuviese todo lo que necesita allí. En esa cama. Sus brazos siguen rodeando la cintura de la pequeña figura a su lado.

Abigail, medio adormilada se retuerce entre sus brazos sin caer en la cuenta de quien es ese calor que siente contra su espalda. Sin embargo, cuando trata de moverse buscando más de él, un gruñido demasiado ronco la detiene.

Su respiración se corta durante unos segundos cuando identifica de quien procede. Cuando su cuerpo reacciona, su piel se eriza y sus ojos se abren con asombro al recordar la noche anterior con Edén.

Por un momento entra en pánico, sintiendose demasiado agusto junto aquel hombre al que hacía poco no conocía. Por eso de nuevo trata de soltarse del agarre, moviendose poco poco como un gusano.

- Quedate quieta.- Gruñe el hombre adormilado, sin querer abrir los ojos y tratando de mantenerla contra su pecho apretando su agarre.- O despertarás algo que no quieres despertar.

Ella está a punto de preguntar a que se refiere cuando lo siente. Algo duro contra su espalda baja que no debería estar. Quiere morirse, o que le trague la tierra. Por un lado se siente poderosa de haberlo provocado pero por otro lado es algo nuevo para ella y su primera reacción es salir corriendo.

- Tarde.- Ríe ronco y entre dientes Edén antes de dejar salir a una muy avergonada Abigail, cuyas mejillas parecen dos granadas a punto de explotar, que salta fuera de la cama como si quemase.

- Buenos días.- La voz de Edén sigue siendo profunda cuando llega al salón minutos después.

Abi está sentada en la pequeña mesa donde suelen desayunar moviendo las manos nerviosa y sin atrever a mirarlo aún por el bochornoso momento de esta mañana. Sin embargo todo eso se borra de su mente cuando recibe un pequeño beso en la comisura de sus labios. Igual que el que ella le había dado la noche anterior en un impulso atrevido.

- Buenos días.- Susurra de vuelta con una pequeña sonrisa a la vez que él se sienta al otro lado de la mesa y comienza a comer la ensalada de frutas que ella ha preparado.

Edén acaba de ducharse. Su pelo largo algo desordenado aún guarda pequeñas gotas de agua que escurren hasta su camiseta. Su olor se intensifica y parece nublar la mente de la castaña que come a la vez que lo observa entretenida.

Él no puede evitar pensar que se ve malditamente dulce, con las mejillas sonrojadas, sus brillantes ojos centrados en él y aquel lindo vestido verde que alcanzó a comprar para ella.

La noche junto a Abigail ha sido más de lo que jamás se permitía soñar, pero ahora no puede esperar a dar otro paso. No puede esperar a estar junto a ella para siempre.

- Ayer en mi paseo estuve pensando.- Rompe el silencio Edén de repente.

No quiere estropear la tranquilidad de la mañana, pero es necesario tomar una decisión y quiere saber la opinión de su cachorra. Abi deja los cubiertos a un lado centrando toda la atención en él.

- Tal vez lo más seguro para ti es que vuelva a Uskad.

- ¿¡Vas a dejarme!?- El corazón de la castaña parece romperse solo de pensarlo. Ante la idea de verse sola de nuevo.

- ¡No! Nunca te dejaría. Jamás.- Edén sujeta sus manos entre las de él tratando de hacer que lo comprenda.-  Iríamos juntos a Uskad y con suerte a Hunk no le importará darnos protección. Nos vendría bien la seguridad de estar bajo un Alfa y de paso despistaremos a tu padre por un tiempo. Dejará de seguirte.

- ¿Te readmitirá como Beta?- Se atreve a preguntar sabiendo lo que en verdad el extraña ese puesto.

Edén solo se encoje de hombros. Pensando en su amigo y en la cantidad inmensa de años que lleva sin visitar su antigua manada.

- Quién sabe. Ya habrá un nuevo Beta de Uskad.- Le resta importancia tratando de forzar una sonrisa.-De todas formas solo hay una forma de averiguarlo.

El coche avanza rápido por la carretera. Y, desde que abandonaron el bosque, cada vez aparecen más asentamientos civilizados. Al igual que hace más y más frío.

Edén se ha mantenido tan callado y metido en sus pensamientos que Abigail está preocupada por él.

No sabe cuanto tiempo hace que no visita su ciudad natal, pero su rostro es serio y algo melancólico cuando nombra Uskad, así que supone que demasiado.

Ella jamás a estado en esos territorios, a pesar de haber vivido por todo el mundo de lado a lado. Pero jamás cerca de Uskad.

No sabe qué decir para animarlo así que prefiere fijarse en el paisaje a su alrededor. El sol se oculta por el horizonte después de tantas horas de viaje y Abigail agradece el jersey que la arropa cuando la fría noche amenaza con calar en sus huesos, a pesar de que su cuerpo de licantropo y la calefacción de coche la proteja.

Las cunetas comienzan a llenarse de aquella espesa y blanca nieve y Abi intuye que queda poco mientras se recuesta con pereza en el cristal soltando vaho contra este.

¿Qué vida le esperará a ella en Uskad? ¿Cómo los recibirá aquel hombre serio y frio de la fotografia? ¿Podría encontrar allí por fin un hogar? ¿Su padre sabría que se han marchado ya de la frontera?

Supongo que no le hará falta esperar para obtener, por lo menos, algunas de esas respuestas. El coche frena frente a una gran casa rodeada de un bosque eternamente nevado. Sólo la luna y algunas lámparas en el porche de entrada iluminan el hermoso edificio, pero aún así se puede intuir su magestuosidad.

Ambos respiran hondo antes de bajar del vehículo. Como si lo necesitaran para afrontar lo que les espera.

Mi CachorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora