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Dejo un rastro de besos por su espalda, pellizcando con sus dientes su piel y dejando marcas rojas de su toque para que ella recordara en los días venideros de quien era... No es que dejara que se le olvidara, pero esas manchas que marcaban su piel era una advertencia para otros que osasen a intentar tocar a su Diosa.

Ella se arqueó bajo su toque, un gemido se le escapó y lo excito aún más. Él la empujo hacia atrás y ella perdió el equilibrio por un segundo antes de dejarse caer en la cama, No se perdió el temblor que le recorrió cuando le acaricio la piel de su estómago.

Moviendo su mano hacia sus senos cubiertos por un fino y sensual sostén, acariciando sus pezones.

Con los ojos entornados, la acerco más en busca de sus labios. -Eres mía, Mi Diosa- murmuro y ella lo miro fijamente con anticipación, su pecho subía y bajaba ante su agitada respiración.

A su nariz llego su olor, su esencia, el gimió salvajemente y lo siguiente que supo fue que su cuerpo desnudo cubriendo el de ella.

Cerro los ojos y se deleitó con el placer que le dio el encuentro de su piel desnuda. Ella se retorció cuando el asalto con avidez sus pechos, robándole el aliento y sus pensamientos. Cuando él se apartó, la miro con sus ojos negros llenos de lujuria y pasión.

Sus labios se levantaron en su característica sonrisa mientras murmuraba contra sus rojos labios. -Te dije antes que serias mi reina, mi diosa, mi dama. Déjame mostrarte cuanto te admiro y te venero-.

No perdió ni un solo segundo más, cerro el espacio entre sus labios, sin importarle ninguna otra cosa que no fuera esa mujer que tenía atrapada bajo sus brazos.

Al separarse no dudo en contemplarla, la imagen que le regalaba fue el despertar de la bestia. Era una mujer joven, de menos de veintitrés años, con el semblante de un ángel exótico. Su rostro en forma de corazón había sido creado para el pecado... la boca seductora, su mandíbula perfectamente recortada, los ojos verde esmeralda con motas azules sombreadas por unas largas pestañas rizadas.

Ella movió su cabeza al encuentro de sus labios, cuando sus labios se tocaron lo de ella, un rayo de calor lo atravesó. Calor y reconocimiento. Como si hubiera encontrado el hogar que extraño por una eternidad.

Separo su boca hasta que apenas toco la de ella y le lamió el labio inferior, su lengua cálida y áspera contra su labio suave.

Ella jadeó desesperada por más, la sensación era tan extraña, tan perversa, tan magnífico.

Bajo sus besos desde su cuello hasta su cintura, parándose ahí levanto su mirada para encontrarse con la de ella, un escalofrío sacudió su cuerpo cuando descubrió que esos magníficos y atrayentes ojos eran ahora casi negros, su pupila se dilató aún más cuando su lengua hizo contacto con la piel debajo de su ombligo.

Justo cuando bajaba hasta ese tesoro que pretendía reclamar para llevarse como premio sus gritos de placer, despertó sudado y con la respiración agitada. Miro a su entorno confundido y desesperado por encontrarla, suplicaba por qué no hubiera sido un sueño. Comprendió muy rápido que solo había sido su imaginación y que esa Diosa que tanto deseaba no estaba con él a la espera de que le adore como se merecía.

Llevando sus manos a la cabeza dirigió sus ojos hacia su pantalón de pijama, se encontraba duro y deseoso. Pero la causante de su dureza no se encontraba ahí para calmar su sed de ella. Llevo su mirada hacia su mesilla de noche para abrir el cajón de esta, extrajo la foto que hacía unas semanas que consiguió. Ahí estaba, su belleza le dio la bienvenida como si fuese un viejo amigo, tan hermosa, tan eterna y tan suya. Él lo sabía y ella pronto también cueste lo que le cueste, ella estaba creada para él y pronto no tendría que soñar con besar su piel. Pero por ahora se conformaría con sus fantasías.

Aun con la foto en mano, dirigió la otra envolviendo su duro y tangente miembro, el cual aclamaba a gritos atención, sin apartar su mirada de los ojos de la imagen recordó el sueño.

Sin más miramientos y con la mente nublada, empezó el vaivén de su mano, causando que su respiración se elevara. De su boca escapaban roncos gemidos y solo cuando llego a su deseado fin un nombre abandono sus labios

-Persephone...

Miro el techo intentando calmar su respiración y ahí lo decidió. No podía aguantar más sin ella a su lado, era hora de que su dama estuviera a su lado. Con una última mirada a la imagen, una sonrisa llena de maldad y lujuria se asomó en su boca.

-É ora mia Dea.- besando la imagen.


ههههه❦ههههه






Mirando las vistas del balcón Antoni Mascherano espero pacientemente a que su mano derecha, Ali, contactara con él con noticias.

Lo había decidido y si todo salía bien era cuestión de ahora tendría a su Diosa con él, a su lado donde pertenecía. Había enviado a su mano derecha para este trabajo, no confiaba en nadie más que en él para traerle a su Dama.

La felicidad no cabía en él, por un momento pensó que era un sueño, que se despertaría y volvería a estar en su cama, pero...

Esta vez no era así, se había cansado de no tenerla, de verla con el Coronel, ¿con qué derecho tocaba a su Diosa?, ¿cómo osaba respirar siquiera cerca de ella?. Era suya.

Paciencia... se decía una y otra vez en un intento de apaciguar su ira. Perdido en sus pensamientos, solo lo regreso el sonido de unos golpes en la puerta.

Dándose la vuelta dio permiso para que la persona ingresara en la habitación. Levanto una ceja ante la presencia de Dalia.










Hola buenassss... ¿Como están?.

Tengo malas noticias, como os comente me voy de vacaciones 1 mes a Italia... pues hemos tenido unos problemas con tema avión y maletas y me tomaré el resto de la semana para arreglarlo los problemas, teniendo en cuanta lo cerca que está mi viaje no es algo que pueda dejar atrás.

Por lo tanto, nos vemos el lunes si?. Tengan una buena semana y lo siento de corazón.

Traduccion: Ya es hora mi Diosa.

Nos seguimos leyendo pequeñas pecadoras.


























彡𝘈𝘭𝘦𝘹𝘪𝘵𝘪𝘮𝘪𝘢彡Where stories live. Discover now