FIN DEL WOO

1.1K 130 10
                                    


A la mañana siguiente, Camila se despierta y parece preocupada.

—¿Qué pasa? —Pregunto, acariciando su mejilla.

—Es nuestro último día de la semana de cortejo —Dice con tristeza.

Ella no tiene idea de cómo el pavor del mañana se arrastra por mi columna vertebral.

—No me lo recuerdes. No quiero que termine. No lo acabemos... Simplemente sigamos así— Respondo, tratando de sonar optimista.

Ella sonríe suavemente. Puedo decir que no hay nada que le gustaría más.

—Por cierto, te haré la cena esta noche. —Me informa.

—¿En serio? ¿Estás cocinando? —Supongo que la mirada de incredulidad en mi rostro es un poco desagradable.

—¡Cuidado! —Me advierte. —Puedo cocinar... Puedo llevar a casa el tocino y freírlo en la sartén, ya sabes.

Le sonrío.

—Y me encanta que estoy aprendiendo eso de ti.

—Además— Continúa ella. —No te he cortejado lo suficiente. Te mereces mucho woo, woo de clase mundial.

Mi chica quiere cortejarme. Me acerco y aprieto suavemente su mano.

—Está bien, Sra. Woo, deslúmbrame.

Cuando salgo de su casa me duele alejarme. Es un dolor físico, como si me estuvieran desgarrando. Todo se siente mal todo el camino a casa.

Así que paso la tarde con C-Girl, haciendo el trabajo de color digital sobre las líneas entintadas para el nuevo número. Voy a odiar cuando esté tan ocupada que tendré que renunciar a esta parte del proceso, porque cada vez que coloreo una página, siento que estoy dando vida a C-Girl.

No pasa mucho tiempo antes de que Camila la conozca. Por muy nerviosa que eso me ponga, sé en mi corazón que la adorará tanto como yo. C-Girl es la manifestación física de mi amor y admiración por ella. Creo que Camila también entiende ahora que con su fuerza, su corazón bondadoso y su bondad, siempre será una súper heroína para mí.

***

Increíblemente impaciente por volver a estar con ella, rompo la ley de citas de Chris y llego temprano a nuestra cena. En lugar de peonías, traje rosas de mi jardín y una botella de vino tinto. Cuando abre la puerta, está descalza y con un delantal, las mejillas sonrojadas.

—Pensé en venir un poco antes y ayudar—, ofrezco mientras entro.

—Apuesto a que es porque me extrañaste tanto que no pudiste alejarte —Bromea.

—¿Soy tan obvia?

Ella se vuelve y me besa.

—Sí, — ella reconoce reír. —Es una de las cosas que siempre me han gustado de ti.

Ella me indica que abra el vino mientras revuelve y se ocupa de la estufa. La ensalada y el pan de ajo también requieren su atención. Después de servirle el Chianti, me deja probar la salsa boloñesa. Es tan bueno que gimo feliz y ella sonríe. Mi chica puede cocinar... Maldita sea.

Por un momento miro a mi alrededor y me pregunto si me dejará quedarme... Como esta noche. Con Camila, donde quiera que esté, es donde quiero estar.

Me hace esperar mientras lleva todo afuera al patio. Lo último que hace es llevar mis rosas, ahora en un pequeño jarrón, a la mesa.

—Vamos, señora Woo—, me engatusa, tirando de mí de la mano.

Sonrío y la sigo mientras me lleva a su pequeño país de las maravillas. La mesa está metida bajo un dosel de luces centelleantes, con el CD de Harry Connick sonando. La comida huele de maravilla.

Comic (Camren)Where stories live. Discover now