La propuesta Indecente

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Los días siguientes fueron una sucesión de encuentros y desencuentros entre Edward y Elizabeth. Él la buscaba por todas partes, la seguía a las fiestas, a los paseos, a las visitas. Ella lo evitaba siempre que podía, lo rechazaba con frialdad, lo ignoraba con indiferencia. Él le enviaba cartas y regalos, le dedicaba poemas y canciones. Ella los devolvía sin abrirlos, los rechazaba sin leerlos, los despreciaba sin escucharlos.

Pero a pesar de su resistencia, Elizabeth no podía negar que Edward la perturbaba. Su presencia la inquietaba, su voz la estremecía, su mirada la cautivaba. Sentía una curiosidad irresistible por él, por su vida, por sus pensamientos. Se preguntaba qué habría detrás de su sonrisa sarcástica y de su actitud desafiante. Se preguntaba si él sería capaz de amar y de ser amado.

Edward también se sentía confundido por sus sentimientos hacia Elizabeth. Nunca había conocido a una mujer que lo rechazara tan abiertamente, que lo desafiara tan audazmente, que lo fascinara tan profundamente. Se daba cuenta de que ella no era una más de sus conquistas, sino algo más. Algo que él no sabía definir ni controlar.

Un día, Edward decidió arriesgarse y hacerle una propuesta a Elizabeth. Le dijo que se escaparan juntos, que dejaran atrás sus compromisos y sus obligaciones, que vivieran una aventura sin límites ni ataduras. Le dijo que él la haría feliz, que le mostraría un mundo nuevo y maravilloso, que le daría todo lo que ella quisiera.

Elizabeth se quedó sin aliento al escuchar sus palabras. Por un momento, sintió una tentación irresistible de aceptar su oferta, de seguirlo a donde fuera, de entregarse a él sin reservas. Pero luego recordó su deber, su honor, su promesa. Recordó al conde, al que debía respeto y lealtad. Recordó a su familia, a la que debía obediencia y gratitud.

Rechazó la propuesta de Edward con firmeza y dignidad. Le dijo que él estaba loco, que eso era imposible e inaceptable. Le dijo que ella jamás lo haría, que ella era una dama y él un caballero. Le dijo que se olvidara de ella para siempre.

Edward se sintió herido y enfurecido por su rechazo. No podía creer que ella fuera tan cruel e ingrata. No podía aceptar que ella lo despreciara así. No podía renunciar a ella tan fácilmente.

Le dijo que él no se daría por vencido, que él la haría cambiar de opinión. Le dijo que él la amaba con locura y pasión. Le dijo que él la tendría a cualquier precio.

Elizabeth se asustó al ver su expresión y al oír sus palabras. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y un nudo en su garganta. Sintió un miedo y un deseo mezclados en su corazón.

Se alejó de él corriendo y llorando.

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⏰ Last updated: May 08, 2023 ⏰

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El juego del amor y del orgulloWhere stories live. Discover now