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El tiempo corría y cada vez los días se hacían más cortos, para el concurso de pintura y para la visita de Liam, Harry le había comentado sobre la próxima visita de su hermano a Louis y el mayor lo había tomado muy bien, mientras que el rizado estaba un tanto nervioso, pensaba en como decirle a su hermano sobre la relación que ahora tenía con Louis, no encontraba las palabras correctas de decirlo "Liam ¿te acuerdas de que no toleraba la presencia de Louis? Pues ahora muero por estar cerca de él" o "Te acuerdas cuando pensaba que de la boca de Louis salían estupideces, pues ahora esa boca se come la mía" ese tipo de pensamientos tenía el rizado la mayor parte del tiempo y cada que pensaba en eso, no podía evitar comerse las uñas. Por otro lado, el ojiazul estaba completamente relajado, él conocía a Liam y sabía que no habría problema alguno o ¿Tal vez sí? Bueno, no quería pensar en cosas negativas, así que le había dicho al rizado que no se preocupara por ese tema, que él se encargaría de ese asunto y que él solo se preocupe en terminar su pintura para el concurso.

– Toc toc – Louis avisaba su presencia en el taller del rizado. Este volteó a verlo y le brindó una sonrisa dulce.

– ¿Qué pintas pequeño? – Dijo abrazándolo por detrás, mientras acomodaba su rostro entre el cuello del rizado.

– Hum aún no lo sé. – Giró y le dejó un besito en uno de los pómulos prominentes que tenía Louis.

– ¿Cómo es que pintas algo y no lo sabes?

– Pues simplemente empezare a encontrarle sentido cuando esté más avanzado, las ideas surgen a medida que voy pintando. – Dijo mostrando una sonrisita y su hermoso hoyuelo se había presente.

Louis lo admiro por unos segundos antes de reír, ¿Por qué Harry era tan precioso? El juraba que podría morir si no veía esos hermosos ojos verdes diario. – No sé a que te refieres amor, solo sé que será hermoso, así como tú. – Besó su frente.

– Gracias Lou, realmente estoy motivado y me hace mucha ilusión ganar.

– Lo harás, lo sé y cuando eso pase, te llevaré a celebrar a un lugar precioso. – Acarició sus labios con el pulgar, le encantaba hacer eso con los labios del rizado. – Entonces te dejo trabajar, el cuadro no se pintará solo, mientras estaré haciendo cualquier cosa abajo.

– Esta bien. – Sonrió el ojiverde, volviendo a hacer lo que estaba haciendo antes de ser interrumpido por Louis.

Ya había pasado un tiempo prudente desde que Louis dejó al rizado en el taller, no se había percatado del tiempo hasta que escuchó su estómago rugir, la anaconda haciéndose presente, la luz que entraba por el tragaluz del techo iba disminuyendo, él supuso que eran las 5 o 6 de la tarde, dejó sus pinceles a un lado, se puso de pie y se estiró como un gato, haciendo sonar uno que otro huesito de su espalda, caminó hasta el perchero que tenia y colocó el delantal que solía usar cuando pintaba. 

Se pregunto dónde estaba Louis, increíblemente ya lo extrañaba, así que salió del taller en busca del ojiazul, dio un pasito en la terraza y lo encontró en la hamaca, tenía una revista en las manos y un cigarrillo en los labios, Harry sonrió al verlo y se aproximó sigilosamente como un gato, al parecer el mayor no había notado su presencia aún.

– ¡Buu! – Dijo el menor apareciendo por detrás del ojiazul, él dio un brinco.

– ¡Hay! ¿Quieres provocarme un infarto acaso?

– Atrapadoo, descubriste mi plan macabro. – El ojiazul dejó la revista.

– Y ¿En qué se supone que consiste ese plan tuyo? – Preguntó, terminando de fumar el cigarrillo de restaba.

– Pues primero; conseguir un sugar daddy, segundo; enamorarlo y, por último; provocarle un infarto para quedarme con toda su fortuna. 

– Creo que debes esforzarte más con ese plan pequeño y... sobre mi fortuna, ¿Quieres quedarte con mis cigarrillos acaso?

Me quedo en Doncaster [L.S]Where stories live. Discover now