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- ¡Arriba Nyra, tienes que estudiar!

La voz de mi tía Helaena entró en la habitación y se hizo eco mientras abría las largas y pesadas cortinas, permitiendo que entrase la luz del sol en la habitación. Di vueltas, rezagué e incluso puse la almohada sobre mis ojos, pero nada impidió que mi tía siguiese haciendo ruido para que me despertase.

- Tía Hel...

- Vamos, pequeña chantajista - dijo con gracia - tus primas ya están esperándote.

- ¿Primas? - me levanté de un salto - ¿Laena está aquí?

- Acaba de llegar y te esperan en la biblioteca - abrió la puerta avisando a las damas para que preparasen todo para mi baño - venga, ¡vamos!

Salí de un salto de entre las sábanas emocionada por estar de nuevo las tres juntas, me aseé en tiempo récord y llegué casi sin aliento a la biblioteca donde ambas estaban sentadas y hablando. Incluso Aemerys parecía muy interesada en la conversación.

- ¡Lae! - abrí mis brazos y tras estrecharla en ellos, me senté en mi lugar.

- Me alegro de teneros conmigo - la voz de mi prima Aemerys era tan dulce y susurrante como la de mi tía Hel - me hace bien teneros cerca.

- Y esta reunión necesita una celebración - en la sonrisa de Laena se intuía que nada bueno se traía entre manos - mirad lo que me traje de Marcaderiva.

La platinada sacó de un saco de tela una botella de color oscura y por la celosía de la botella, parecía ser bastante cara.

- Es un licor traído de las ciudades libres, escuché a tía Bae que era exquisito.

De pronto la puerta se abrió y mi prima escondió la botella tan rápido como su mano le permitió. Aeron llegó hasta nosotras con una sonrisa aunque no dejaba de mirarnos, y por como lo hacía, sabía que escondíamos algo.

- ¿Qué hacéis? - tomó una silla y la colocó frente a nosotras arrastrando las patas de estas por la madera del suelo.

- Querido primo, igual no estás familiarizado con este tipo de lugares pero con gusto te explico. Se llama biblioteca y la gente generalmente viene a ella para leer y estudiar.

Aemerys escondió una risilla bajo su mano y yo la seguí aunque sin esconderme. Si algo amaba hacer era reírme de Aeron. En Laena sin embargo, no había pizca de sonrisa en su rostro.

- ¿Has pensado ser bufona de la corte, Laena? - respondió Aeron alzando su ceja - tienes la estatura y el humor perfecto para serlo.

- Eres un id...

- Silencio.

El maestre llegó con un gran libro entre sus manos y dejándolo con cuidado sobre la mesa. Por su inmenso tamaño, podría jurar que sería de geografía y las grandes casas de Poniente. Puse mis ojos en blanco; quería salir a la playa y divertirme, no estudiar qué apellido tenía cada casa.
Aeron por su parte le dejó libre la silla al maestre y rodeó nuestra mesa sin decir palabra, dejándonos a solas para comenzar con la enseñanza.

- ¿Y este lema? ¿A qué casa corresponde?

Las horas transcurrían y el sol se veía cada vez más en una posición más baja de la ventana que alumbraba el lugar. Laena ya había bostezado como unas cinco veces en la última hora, seis con la que justo acababa de hacer a mi lado mientras Aemerys parecía más interesada en buscar insectos que en la lección que teníamos frente a nosotras.

¿Podría morir un ser humano de aburrimiento? Seriamente apostaría a que si en aquel momento.

- Señoritas no están prestando atención.

TARGARYEN DINASTY | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora