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Una mano acariciaba con cariño su espalda mientras un brazo fuerte lo abrazaba de la cintura, aferrándose a su cuerpo. Él iba despegándose de la maraña del sueño, mientras sentía el calor de otro cuerpo rodeándolo y una sonrisa idiota se le dibujaba en el rostro; abrió los ojos y se encontró con una cara conocida, que lo miraba con ¿ternura?

- Buenos días, cariño.

- Buen día, Rub.

Tomás se acomodó en los brazos de Rubén, desperezándose lentamente mientras este lo miraba con una sonrisita y le quitaba el cabello de la cara, en un gesto que a Robleis le parecía un poco impensable viniendo de Rubius. Pero le gustaba esa actitud atenta del mayor, porque, para hablar francamente, el argentino pensaba que luego de follar con Doblas este desaparecería y regresaría días después para una segunda ronda; eso es lo que dejaba entrever la personalidad del noruego.

Al parecer, lo había juzgado mal.

Rubén se estiró y escondió un bostezo tras su mano, para luego abrazar con cierto desespero al menor, quién lo recibió ameno y le devolvió el gesto con parsimonia. El noruego no sabía bien por qué se dejaba ser tan demostrativo con Tomás; normalmente, luego de una aventura que iniciaba culpa de su curiosidad, cuando conseguía lo que buscaba desaparecía épicamente de la vida de su víctima. Pero Arbillaga tenía algo que lo mantenía a su lado, la noche anterior en vez de escabullirse de sus brazos buscó su compañía y se durmió junto a él; ahora durante la mañana en lugar de comportarse como un completo idiota frío e insoportable estaba actuando como un adolescente enamorado. El argentino se hacía querer y odiaba eso, porque desde un inicio Rubén supo que lo que sea que podría tener con Robleis sería solo una aventura de una noche para luego desaparecer y ahora no quería despegarse de su lado.

Al parecer, su curiosidad aún no se había calmado.

Los dos hombres se quedaron en la cama abrazados por un rato que fué lo suficientemente largo como para hacer que a Tomás se le desconectaran las neuronas y empezara a disfrutar de la compañía de Rubén. El argentino ya empezaba a dormitarse cuando la voz destemplada del noruego lo llamó por su nombre, queriendo preguntarle algo.

- Oye, Tomi...

- ¿Sí?

- ¿Has hablado con Thiago sobre lo que pasó la otra noche?

- Sí, ayer hablamos, no te preocupés.

Se quedaron en silencio. Tomás, aferrado al pecho del hombre que la noche anterior realmente lo había hecho sentir como nunca nadie pudo, empezó a pensar en cosas que no había pensado desde hacía un tiempo extenso. Pasó un rato bastante largo dándole vueltas a lo mismo, a una idea que le surgió cuando estaba en el bar hablando muy cómodo con el noruego. El argentino comprendió que eso que él llamaba atracción por Doblas, en realidad era algo más; lo suyo no era una mera atracción física, era algo más profundo.

𝑐𝑢𝑟𝑖𝑜𝑠𝑖𝑑𝑎𝑑 - [robleis x rubius]Where stories live. Discover now