Capítulo 38

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GABRIELA.

Debo admitir que está comenzando a darme un poquito de pena, Leone no se me ha separado ni siquiera un segundo desde que llegó a la playa, se perdió todo el día para ver las grabaciones, y al parecer, le afectó más de lo que pensaba, mi esposo estuvo llorando por varios minutos con el rostro encajado en mi cuello hasta que por fin pudo estabilizarse, Blazie se llevó a la pequeña para darnos espacio y, según él, que se familiarizara con quién será su tío favorito, porque fue el primero en enterarse de su existencia, está emocionadísimo por poder verla, y más emocionado con la idea de tener una como ella en un tiempo próximo, él realmente quiero hijos con Emma, casarse, formar una familia ahora son dos opciones muy validas para él, puede ser feliz, hay alguien que lo quiere lo suficiente para eso.

¿Y Emilia? Emilia está en una burbuja de amor justo ahora, contentísima, en medio del circulo de personas junto a su clase, preparando los tótems que nosotras personalmente hicimos para todas ellas, los nativos nos enseñaron a tallar y trasmitir emociones en nuestras figuras, eso lo hace especial, porque en todos esos tótems hay un trozo de nuestra alma y de nuestro corazón.

— Leo... Tienes que soltarme — acariciando sus manos bajo mis pechos, cómo dije, no me ha soltado, lo tengo pegado en la espalda desde que llegó— Debo ir y entregarles los tótems a los niños.

— Pero se supone que ese era el trabajo de Emilia, no el tuyo y el de Emma.

Protestó, abrazándome un pelín más fuerte.

— No tengo sólo un trabajo, tengo dos, yo participé en la creación de los tótems, así que tengo que ir, son mis niños también.

A regañadientes me soltó, dando un paso atrás, viendo como tomo la mano de Emma para comenzar a caminar.

— Tenemos que hablar después ¿Sí?

Preguntó algo indeciso.

— Por supuesto. Todo lo que quieras.

Mi soltado valiente ha regresado, entiendo su ansiedad, calmaré todos sus miedos cuando por fin estemos solos.

Emma y yo comenzamos a caminar hacia el centro del círculo, viendo a los últimos instructores tomar sus posiciones, junto a los niños, utilizando vestimentas típicas para la ceremonia, los últimos surfistas dejaron el mar, clavaron sus tablas en la arena y se unieron.

Pero yo sólo podía ver al trío de sujetos que se hicieron mi familia, y a mi niña feliz, tomada de la mano de Blazie y de su papá, se ve tan contenta, saltando y balbuceando mientras ellos la elevan por los aires...

¿Cuántas veces soñé con ver eso?

— Ayuda... —dijo Emilia, jalándonos por los brazos cuando nos ubicamos a sus costados, sentadas a lo indio en la arena— Hans me está haciendo la mirada de apareamiento y mi vagina no puede más.

El engaño perfecto +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora