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Cuando Dawn me envió el guión de "Men of War", lo devoré. El título aún era un trabajo en progreso, pero la película ya estaba en esas páginas y era... brillante...
Me quedé despierta toda la noche leyendo la historia de Frances Wheeler, una sufragista londinense que se une a la Gran Guerra en 1916 para probar un punto: si una mujer pudiera llevar un rifle y luchar junto a los hombres en una guerra mundial, el gobierno no tendría justificación en no honrar ese servicio con el sufragio femenino.
Entonces, la chica de la fábrica, Frances, se corta su hermoso cabello largo, roba la ropa de su padre alcohólico y se une como voluntaria bajo el nombre de Francis Wheeler.
La envían a Francia, donde se enfrenta a la brutalidad de la Primera Guerra Mundial, de todas las guerras. Ella lo soporta con el coraje que solo poseen los tontos idealistas, segura de que ella y sus hermanas cambiarán el curso de la historia, pero finalmente se da cuenta de la dura verdad.
"El dolor, el sufrimiento... matar y morir es en vano", le confiesa hacia el final a Blanche, una aldeana francesa con la que se hizo amiga. "A nadie le importan estos chicos que son masacrados todos los días en ambos lados".
"Seguro que alguien los espera en casa", sugiere Blanche, acariciando suavemente su cabello, pero Frances no escucha.
Ella sigue divagando: "No hay nada más obsceno que la ciega indiferencia del hombre hacia su prójimo". Estas son las últimas palabras que pronuncia Frances; La película continúa durante unos buenos veinte minutos pero no hay más diálogos, solo se escuchan órdenes a gritos, oraciones de soldados asustados y el repiqueteo de armas de fuego.
Una sinfonía de guerra siniestra silencia cada palabra. La película termina con soldados completamente cubiertos de barro más parecidos a muñecos GI Jo que a humanos preparándose para una carga desesperada para hacer retroceder al enemigo.
Tuve escalofríos simplemente leyéndolo. Fue un manifiesto contra la guerra lleno de una crítica social que aún hoy sigue vigente.
Honestamente, no me atrevía a entender cómo alguien podía rechazarlo. Quiero decir, puedo entenderlo, no era una película fácil... pero quería ser parte de ella.
"¿Sigues despierta, cariño?"
La voz somnolienta de Shuhua hizo descarrilar mis pensamientos. Fue entonces cuando me di cuenta que estaba amaneciendo y ella me miraba a través de sus dedos para proteger sus ojos de la luz de mi lámpara de noche. Inmediatamente la apagué y me incliné para presionar un beso en la parte superior de su cabeza.
"Vuelve a dormir, amor. Haré una llamada y vuelvo enseguida."
Sí, por loco que parezca, fui directamente a la sala de estar, tomé el teléfono y llamé a mi agente.
