Capítulo 21

637 109 5
                                    

Se sentía demasiado nervioso.

«Han pasado más de 30 minutos desde la hora acordada» pensó Johnny mirando en su reloj por milésima vez.

No había conseguido hacer una reservación en ningún buen restaurante o alguno famoso. A pesar, de que había tenido que vender algunas de sus cosas para conseguir dinero y sumando lo que su papá le había dado, no fue suficiente.

Maldita sea.

A las justas, pudo pagar la fianza por su anterior incidente y aunque su moto seguía estando en el depósito. Johnny creyó que era más importante, ahorrar lo que tenía para salir con un hombre que era prácticamente multimillonario y darle una buena impresión.

¿Se había vuelto loco?

—Mierda, parece que me va a dejar plantado. —murmuró Johnny suspirando, volviendo a mirar su reloj.

Era la primera vez que alguien lo dejaba esperando tanto tiempo sin darle ningún aviso.

No quería mostrar lo decepcionado que estaba, sin embargo Johnny debía de admitir que era lo correcto el no volverse a ver con Howard Stark. Ya tenía suficientes problemas para agregar uno más a su lista y peor aún, siendo la persona que Anthony se rehusaba a hablar de él.

Era mejor así.

Se encaminó hacia la parada de bus más cercana a pasos lentos, reacio a querer irse.

—¿A dónde crees que vas, niño? —preguntó una voz a su atrás.

Johnny volteó de inmediato y reconoció a la figura de Howard Stark vestido con un traje en tonos sobrios y con unos lentes negros que reposaban en el puente de su nariz, dándole un aspecto más relajado.

Rayos, se veía tan bien.

—Se te va a caer la baba, cachorro. —habló el hombre acercándose y dándole un golpecito en el mentón al rubio—. ¿Sabías que el estacionamiento de este lugar es un asco? Todo es tan precario y mezquino.

Johnny sonrió, apenado.

—Es mi lugar favorito. —susurró en voz baja, desviando la mirada—. Aquí preparan muy buenas hamburguesas.

Un pequeño silencio se instaló en el ambiente.

Howard Stark se quitó los lentes con elegancia y lo miró fijamente, sin poder asimilar lo que había escuchado.

—¿Me has traído a un mugroso lugar de comida rápida? —preguntó el hombre incrédulo, alzando una ceja—. ¿Es una broma, niño?

«Mierda, quizás no lo pensé muy bien» se dijo Johnny rascándose la nuca con tristeza.

¿Qué más podía hacer? Amaba las hamburguesas y el lugar donde estaban era el mejor del mundo. Además, no tenía para más y no quería humillarse aparentando algo con lo que no disponía.

Quiso ser sincero por primera vez en su vida.

Howard notó su expresión y aligeró la mirada, bufando con una sonrisa sin poder evitarlo.

—No puedo molestarme con esa cara. —dijo el hombre levantando una mano como invitación—. Vamos, llévame a tu lugar favorito. Será la primera vez que probaré comida tan barata y espero que sea tan buena como dices o te voy a demandar por daños y perjuicios. —amenazó con diversión.

Johnny volvió a sonreír y asintió, agarrando su mano con delicadeza.

«Es cálida y pequeña, pero encaja tan bien con la mía» pensó, entrelazando sus dedos y sintiendo su corazón martillear con fuerza.




[...]

Volvió a mirar el anillo entre sus dedos.

Era tan bonito.

«Definitivamente, el señor Rogers sabe cómo hacer las cosas bien» pensó Tony viendo fijamente aquella sortija que adornaba su mano. ¿Estaba en medio de un sueño? Se sentía tan irreal y feliz por lo que había sucedido.

—Me alegra que te guste tanto. —dijo Steve apareciendo por su atrás y abrazándolo en el acto—. Ya pagué la cuenta, cariño.

Tony volteó a verlo con una sonrisa.

—¿Entonces, a dónde iremos ahora? —preguntó en tono coqueto.

Habían terminado de cenar entre risas y anécdotas que contaron en el trascurso, teniendo un ligero y alegre ambiente alrededor.

—He reservado una suite en un lugar que te va a encantar. —susurró el hombre a su oído—. ¿Nos vamos?

Tony asintió, dejándose llevar por el rubio hacia su auto.

—Ahora, este es el coche de mi novio. —presumió el castaño sentándose en el asiento de copiloto.

—Me gusta como suena lo último. —respondió Steve prendiendo el motor con una sonrisa.

Tony se dedicó a observar como el rubio comenzaba a manejar, girando el volante y mirando hacia el frente con concentración.

Tenía un aura tan sexy.

«Mierda, estoy teniendo pensamientos sucios» se dijo Tony lamiéndose los labios y acercando un poco su mano hacia la pierna del hombre.

Con cuidado, le dió una pequeña caricia de arriba hacia abajo sobre la tela y disfrutando la reacción inmediata del contrario.

—Anthony. —dijo en advertencia.

—No, no me llames así. —reclamó Tony moviendo sus dedos juguetones un poco más arriba—. Desde ahora solo soy "cariño, mi amor o lindo novio". Nada más. ¿Entendido?

Steve se rió en tono ronco y se mordió los labios al sentir como la mano del castaño comenzaba a masajear su entrepierna.

—De acuerdo, mi lindo novio debe de parar con sus travesuras o nos vamos a chocar en cualquier momento. —dijo dando un respingo cuando los dedos del castaño se metieron debajo de la tela—. Por favor.

Anthony vio como un bulto se alzaba en los pantalones del hombre.

—De acuerdo, te voy a dejar solo por ahora. —dijo alejando su mano y viendo la expresión de Steve entre aliviado e insatisfecho—. Sino vas a terminar como Johnny chocando contra una zanja o con otro auto. —bromeó, animado.

Steve negó con la cabeza, divertido.

—No sé si mi hijo tiene mala suerte o él mismo busca los problemas. —comentó con irónico—. Hablando de ello, hoy se fue a negociar con el hombre que chocó el auto hace unos días. —contó—. Ojalá, queden en buenos términos.

El castaño asintió, mirando con curiosidad el camino por dónde estaban yendo y tratando de reconocer las calles.

¿Dónde sería el lugar que iban a ir?

—¿Sabes que me dijo Johnny la vez pasada? Supuestamente el auto con el que se estrelló, era de edición limitada y solo hay 10 modelos fabricados en el mundo. —comentó Steve mientras conducía—. No sabía si creerle en verdad o quizás solo lo estaba inventando para que no lo castigue.

Tony se rió con gracia.

—De seguro, es un caso perdido. —musitó con una sonrisa.

Sin embargo, por un instante se acordó de aquel pequeño detalle que podía ser tan innecesario en su vida, pero su mente lo había recordado.

«Mi papá tiene un coche edición limitada. ¿No debe ser el único en la ciudad, cierto?» se dijo, borrando su sonrisa.

—¿Sucede algo, cariño?

Tony negó, volviendo a sonreír y riéndose con más fuerza con solo pensarlo.

—Nada, solamente pensé en algo muy ridículo. —dijo, desechando la idea en su mente—. ¿En cuanto llegaremos al hotel, cielo?

—En realidad, ya llegamos. —declaró Steve aparcando al frente de un lujoso y extravagante edificio.

Tony observó el lugar, encantado.




With You FatherWhere stories live. Discover now