Capítulo 25: Flores y Mentiras

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Alejandra's P.O.V

Un rayo de luz bastante fuerte atravesó mi ventana haciendo que me moviera incómoda.

¡No puedo creer que olvidé cerrar la persiana!

Da igual, ya debo bajar a desayunar.

Como pude me levanté de la cama y me dirigí al baño, me pesaban demasiado los ojos, no solo por el sueño, dormirse llorando no ayudaba en nada.

¡Santo Dios, soy un marciano!

Esa fue mi impresión al verme en el espejo.

Hice mi rutina de la mañana y cuando estuve lista me dispuse a salir de mi habitación, pero ganas no tenía.

Y entonces lo imaginé allí, ayer. Pidiendo de 15 formas diferentes que lo oyera.

Juro que me duele demasiado el corazón de imaginarlo así, pero me dolía más saber que no había sido capaz ni de mandar un mensaje para avisarme que no llegaría.

¡No lo entiendo!

Las lágrimas amenazaban con salir otra vez, el enojo volvía a hacer que mi sangre hirviera.

¿Por qué carajos tiene el poder de ponerme así?

Y entonces me recriminé a mi misma por haber dejado que me lastimaran otra vez, dolía y mucho.

— Alejandra Venegas — dijo una voz masculina sacándome de mis pensamientos.

Me había quedado helada frente a mi puerta pensando y recriminándome.

Cuando levanté la vista pude ver a un repartidor con un ramo gigante de girasoles.

— Es una entrega para usted — dijo muy feliz teniéndome aquel ramo.

¿Y ahora?

Ni de chiste lo recibo.

— ¿Para mí? — pregunté ingenua.

— Sí, me dijeron que era una entrega para Alejandra Venegas — sonrió amablemente.

— No — dije rápidamente a lo que él repartidor me vió con cara de confusión.

¡Piensa en algo rápido, genia!

— Yo las pedí, pero no son para mí — mentí poniendo un mechón detrás de mi oreja.

¡No quiero recibirlos!

Que ni crea que va a hacer que lo perdone con un gigante y hermoso ramo de mis flores favoritas.

No, señor.

— Me dijeron que la entrega era en la habitación 506 — señaló el número de mi habitación.

— No — reí — Se confundieron seguramente — volví a mentir, pero me rehusaba a aceptar el ramo — Es para la habitación 512 — la señalé.

Lo siento Laia, te tocará recibir flores el día de hoy...

— Oh — pensó un momento — Lamento la confusión — dijo avergonzado — Pensé que me habían dicho que debía entregarlas aquí — sé excusó.

— No pasa nada — sonreí — Son para la 512 — señalé la habitación y me fui para que Laia no me viera al momento de recibir las flores.

Seguramente ni se enteraría que eran para mí, pensara cualquier cosa, menos eso.

Al llegar al comedor pude notar que ya estaba la mayoría de la gente, algunos haciendo fila, pero para mi mala suerte, el último en la fila era Pedri.

Él me dió una sonrisa amable y me saludó con la mano tímidamente para que me acercara, pero yo no quería.

Me quedé unos segundos paralizada pensado que hacer.

Contra Las Reglas; Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora