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– ¿Ya te sientes mejor...del ataque de pánico?

Gulf asintió pero no lo miró.

– Mi hermanita también los sufre...Deberías ver a un doctor. Hay remedios para eso, ¿sabías? – ironizó Mew mientras le daba una patada cargada de frustración a la puerta– Es oficial. Estamos encerrados. Y aquí abajo el celular no tiene señal...

Era evidente que Mew estaba fastidioso y también cansado. Llevaba más de veinte minutos forcejeando con una palanca improvisada. Se sentó en el extremo opuesto de donde estaba Gulf y suspiró enojado.

– ¿Remedios?– preguntó Gulf, aún sin mirarlo.

– Sí, RE-ME-DIOS... – Mew pronunció de manera exagerada sílaba por sílaba, como si estuviera hablando con un niño de poco entendimiento.

Gulf no lo soportó más. Tenía tantas palabras atravesadas en su garganta, que sentía que ya no iba a poder respirar más si no las pronunciaba en voz alta.

"¡Al Diablo con las consecuencias!", pensó, "¿Qué puede pasarme? Al fin y al cabo voy a terminar molido a golpes..."

– Esos...re-me-dios...que tú dices... – comenzó a decir Gulf– son pastillas que los psiquiatras recetan como si fueran caramelos. Y no importa cuántas toneladas tome, los demás me siguen haciendo bullying, y yo no me curo..., ¡sigo siendo gay! ¿Sabes qué hacen esos re-me-dios? Te atontan la mente, te apagan, es como si ya no pudieras pensar. Es como si apagaran de golpe todos los colores en el mundo y empezaras a ver todo en blanco y negro, borroso y distorcionado. Te hablan y es como si te hablaran en otro idioma. Un idioma que no logras entender. Te cuesta caminar, te cuesta comer, te cuesta agarrar las cosas porque te tiemblan siempre las manos... ¡Y hasta terminas con los pantalones sucios porque estás tan dopado que ni siquiera te das cuenta de que necesitas ir al baño...!

Gulf habló de corrido, casi sin respirar, y con una fuerza y una convicción en la voz que nunca antes había logrado tener. Tomó coraje y, convencido de que lo que venía a continuación era una paliza épica, buscó los ojos de Mew, seguramente cargados como siempre de odio y desdén, para contemplarlos por una última vez...
Pero lo que vio eran unos ojos muy distintos. Estaban húmedos, estaban conmovidos. Gulf tardó en convencerse de que aquellos ojos eran los de Mew.

– Mi hermanita...me ha dicho eso mismo...muchas veces. – dijo Mew con voz conmovida– Pero nunca le creí... Nadie en la familia le cree. Creíamos que lo inventaba para no ir al psiquiatra. Sufre ataques de pánico, iguales a los tuyos. Intentó... Intentó suicidarse un par de veces. En el internado en donde está la tratan mal, desde que se enteraron que es adoptada. "Hashtag la bastardita..." Cada semana hay nuevos memes sobre ella...– Mew calló de pronto.

Se secó las lágrimas que ya le habían empapado el rostro y miró a Gulf de una forma extraña, inusual, como si se hubiera dado cuenta de algo.

– Mi hermana es la persona más dulce que hay en este mundo. Y ella no eligió ser abandonada ni convertirse en una bastarda. – Mew hablaba ahora con calma, con dulzura, parecía estar profundamente conmovido – Y tú...no has elegido ser mari... – Mew calló otra vez, volvió a secarse el rostro y completó la frase con apenas un hilo de voz – Tú no has elegido ser gay... Así como yo no he elegido ser hétero. Simplemente ...es lo que soy. Y eso es lo que tú eres...

Mew clavó sus ojos en Gulf, mientras seguía derramando lágrimas de culpa. Era una mirada profundamente conmovida.
Y Gulf lo sintió. Y sintió también que nunca antes había visto unos ojos tan hermosos como aquellos que ahora lo miraban, por primera vez, sin rastros de odio alguno...

LUNA ROSAWhere stories live. Discover now