Nolan el Príncipe

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Era una cueva oscura; podía sentir la humedad y el sonido de las gotas caer en los charcos. Mi vista aún era borrosa e intentaba analizar lo que sucedía a mi alrededor.

—¿Qué es esto? —me pregunté al tocar con mis manos un objeto frío y metálico—. Parece una daga.

Podía ver una ligera luz rosa en la hoja de aquella arma blanca, poco a poco mi vista se volvió más clara y pude notar que eran mis ojos lo que reflejaban aquella hermosa luz.

—¿Por qué mis ojos se ven así? —Abrí más con mi mano uno de mis párpados.

—Aah... —suspiré—. ¿Acaso comí algo extraño? —Me tenté con mi mano para revisar mi temperatura.

Parece estar todo bien, no tengo fiebre, ni mareos. Tal vez sea una ligera alucinación. No logro recordar nada, ¿me habré perdido en una de mis excursiones? Esta cueva tiene mucho eco, por el frío y la humedad debe ser grande y estar a unos cuantos metros de profundidad.

—Hola, ¿hay alguien? —mi voz sonó como un eco por todo el lugar.

Cuando no hablo el silencio es abrumador, si no fuesen por las gotas de agua estaría más ansiosa. Me sorprende lo mucho que se ha adaptado mi vista a la oscuridad, ver con tanta claridad me parece sumamente extraño.

—kik-kik-kik —escuché un sonido chillón.

Era un pequeño y peludo animalito.

—¡Hola pequeñín! —exclamé con un tono cariñoso.

¿¡Un galago!? No deberían de haber en esta región, a no ser que sea en un zoológico.

Se acercó a mí a un ritmo lento. Quedé impresionada al ver sus ojos, eran de un tono ámbar, pero parecían cristales. Se paró justo al frente, mirándome curioso.

—No eres tímido. Dime, ¿qué haces aquí en una cueva?

¡Qué impresionante! Nunca había visto algo así, sus ojos resplandecen.

Se subió y escaló por mi brazo hasta mi hombro, reí emocionada. Empezó a juguetear con mi cabello.

—Qué precioso eres, ¿Me dejas tomarte una foto?

Me rebusqué, pero no traía nada conmigo. Mi ropa era un vestido medio con muchas capas, estaba decorado con un listón en el pecho. También tenía unos zapatos puestos, eran muy lindos y delicados, combinaban muy bien.

¿¡Qué es lo que traigo puesto!? Nunca saldría así para ir a un lugar como este. Todo me resulta cada vez más extraño.

El animal salió corriendo despavorido.

—¡Ay! Bueno... ¿pero a qué le huyes? —dije confundida—. Qué lástima, perdí una gran oportunidad.

Algo sonaba extraño, provenía del lado izquierdo de uno de los túneles en el fondo, estaba completamente oscuro. De pronto pude notar como una gran niebla negra venía hacia mí, intenté correr, pero me alcanzó casi al instante.

—¡Agh! —grité de la incomodidad—. ¿¡Qué es esto!?

Mi mente se nubló. Respiraba con dificultad y empezaba a ver escenas espantosas. Veía como todos mis seres queridos morían uno a uno de manera atroz. Ya no podía soportarlo.

—¡No! —grité—. ¡Vasta!

Sentí como alguien me abrazó. Luego me cubrió la cabeza con su mano.

—Tranquila, ya estás a salvo.

Al abrir mis ojos toda la niebla se había disipado y mis alucinaciones ya habían terminado. Al levantar mi cabeza lo primero que vi fueron sus azules ojos que me decían que ya todo estaba bien mientras me mostraba una cálida sonrisa.

El Alma de Pandora - Ruta: Nolan el PríncipeWhere stories live. Discover now