13. La Victoria Para La Persona Equivocada

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Al pasar los días el plan de Hurrem parecía no dar resultados, todo siguió en su transcurso habitual de cualquier día común y corriente. No entendía si ella había hecho algo mal o las dos autoridades más importantes del palacio no sabían entender obvias indirectas para involucrar a dos solteros desesperados.

—Señorita Hurrem—Sumbul Aga la llamó desde la entrada del harem haciendo unas señas con su mano para que se acercara. Hurrem obedeció y se acercó a él—Ibrahim quiere verte ahora mismo en sus aposentos.

—¿Para qué ese psicópata quiere verme?

—No lo sé, solo me mandó a llamarte—Dijo desinteresado. La pelirroja se negó intentando volver a su lugar pero Sumbul Aga se lo impidió—Anda que ya parecía muy molesto, y tú cabeza no será la que va a colgar, si no la mía.

Al final solo le quedó acatar la orden mandada y se dirigió con pereza a los aposentos de Ibrahim. Llamó a la puerta con unos suaves golpes, pero nadie atendía.

Cómo ella no fue hasta ahí por nada, se dispuso a entrar por su cuenta sin esperar a que le abriera.

Hurrem entró confundida, ya que no había nadie en ese lugar, y pensó, "¿era una trampa esto?"

De repente las puertas detrás suyo fueron cerradas, alguien la tomó por los hombros acorrándola contra la pared en un solo abrir y cerrar de ojos, el impacto entre su espalda y el muro rebotó hasta en su corazón como un fuerte golpe.

Ibrahim tenía la mirada clavada sobre ella y su rostro a centímetros del suyo, su expresión no era para nada agradable y solo en sus ojos podía ver su fuerte deseo de querer cometer un homicidio en ese lugar.

—¡¿Qué crees que haces psicópata?!—Hurrem intentó safarse de su agarre empujándolo hacia atrás, pero fallando en el intento cuando Ibrahim solo afianzó más su agarre impactando su mano sobre la pared al lado de ella—¿Eres un aficionado de invadir el espacio personal de las personas acaso? ¿O no conoces de una conversación civilizada entre dos personas con una adecuada y considerada distancia?

Ibrahim rió tenso por lo dicho, solo reflejaba la poca paciencia que cargaba ese día para soportar otra palabra que saliera de la boca de Hurrem.

—¿Fuiste tú, no?—Volvió a dirigir una mirada rígida sobre ella—La que fue a llenar el cuento sobre Hatice y yo.

Ah, era eso...

¿Entonces ya habían hablado con ambos? ¿Su boda sería anunciada? ¿Es por eso que Ibrahim estaba tan molesto? ¡Su plan finalmente tuvo éxito!

—¿Te atreves a burlarte de mí?—Preguntó Ibrahim apenas vio la pequeña sonrisa que se formó en los labios de Hurrem.

—¿No te dije que te prepararas para tu boda en vez de perder el tiempo?

—Ya basta de juegos señorita.

—Oh vamos, quita esa cara de estúpido y aléjala de mí, ¿sí?

Ibrahim obedeció separándose completamente de Hurrem.

Un silencio se apoderó del ambiente mientras Ibrahim respiraba un poco para calmar la tensión, caminaba de un lado a otro pensativo.

—Eres una chica muy linda para ser tan insoportable. Además muy inteligente...—Hurrem lo miraba en victoria, orgullosa de cada palabra que para él significara, pero Ibrahim estaba sonriendo también—Pero no lo suficiente para ganarme.

La cejas de la pelirroja se fruncieron apenas escuchó esas palabras, ¿qué estaba diciendo?

—¿Creíste que ganarías?—Preguntó con ironía—Nos vamos a preparar para una boda claro, pero no será para la mía.

—¿Qué estás diciendo? Sé claro.

—Solo espera y muy pronto lo verás señorita Hurrem, te darás cuenta que no debes subestimarme.

Ibrahim se dirigió hacia la puerta, la abrió e hizo señas para que Hurrem saliera. Ella estaba muy confundida, desde que la llamó inteligente a partir de ahí para adelante fue como si no pudiera comprender las palabras que salían de su boca, como si hablara en otro idioma.

La pelirroja salió de los aposentos junto con Ibrahim, quién básicamente luego de cerrar las puertas le indicó que lo siguiera detrás suyo. Ambos fueron hasta el corredor del palacio antes de entrar al harem y se quedaron viendo por una ventana lo que sucedía.

Por dentro, Hurrem vio a todas las chicas formadas una al lado de la otra, en el medio se encontraba la señorita Daye junto con Sumbul Aga, parecía que iban a anunciar algo. Ibrahim apoyó su espalda sobre la pared casi relajándose sin apartar sus ojos de Hurrem, quedando casi en frente de ella, sonriendo.

¿Qué pretendía con esa mirada?

—Muy bien señoritas—Levantó la voz Daye—La madre sultana ordenó mandarles monedas de oro por el compromiso de la sultana Hatice y el hijo del Gran Visir Piri Pasha, Mehmed Shalabi.

¿Mehmed Shalabi?

Las chicas del harem sonrieron y rieron entre ellas agradeciendo por las monedas, deseándole a ambos una larga vida y un matrimonio feliz.

Ahora fue Ibrahim quién reía de la cara de Hurrem, ¡inolvidable! No tenía palabras, su plan había fracasado por completo y peor aún.

—Ve señorita, no querrá quedarse sin sus monedas.

Hurrem no quería monedas, ella quería estrangularlo, realmente quería hacerlo, no podía procesarlo. Él se había salido con la suya y ahora probablemente tenía a la hermana del hombre que amaba en su contra por el resto de su vida.

Esto no estaba pasando.

Ibrahim sonreía burlón, y eso la alteraba aún más.

—No sabes cuánto te odio, Ibrahim. —Dijo enfrentándolo, sus ojos llenos de ira sobre los suyos.

—Es recíproco el sentimiento, señorita Hurrem. —Soltó otra risa—Oh, la sultana Hatice seguro estará buscándola, no la haga esperar. Mándele las felicitaciones por la boda de mi parte.

Por Alá, no lo soportaba.

—Espero que te mueras, maldito psicópata. ¡Pobre, solo e infeliz!

Así Hurrem se perdió de la vista de Ibrahim, quién nunca había dejado de sonreír tan brillante, con la luz iluminando su rostro de la felicidad por su victoria.

Ahora tenía que rendir cuentas con la hermana de su sultán, quién ahora debe estar pidiéndole a Alá que la matara de la peor forma.

¿De verdad había perdido está batalla?

Los Dilemas Del Amor [Hurrem x Ibrahim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora