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ERAN LAS CINCO DE LA MAÑANA CUANDO ME LEVANTÉ PARA BEBER AGUA, en la cocina vi a Mosmo comiéndose unas galletas mientras veía lo que parecía ser una serie.
—Hola.
—Hola, lindura.
—Ay, ¿tú también?
—¿Yo también qué?
—Olvídalo.—me senté a su lado.—¿No dormiste?
—No pude.
—¿Por qué?.—suspiró , cualquiera diría que le hice la pregunta más compleja del universo.
—Porque lo hice pésimo.
—Todo lo que dijeron fue para que llegues fuerte a las rondas en las que haya eliminaciones.
—Pero me da miedo que crean que no merezco esto, que se arrepientan y todo porque no me atrevo a mostrarles el artista que soy.
—Muéstraselo.
—¿Crees que servirá?, no es lo que cantan ustedes.
—Eso es lo que hará que funcione.—saqué mi móvil.—¿Lo pensarás?
—¿Serías mi pareja?
—Claro.—me bajé del taburete.—Voy a dormir un rat...—fruncí el ceño cuando escuché la puerta principal, de pronto la voz de Lyanno retumbaba en la casa.
—¡Despierten, ya amaneció!.—Mosmo comenzó a reír.—Despierten que después el vecino les roba su contrato ah.—me tapé los oídos.—¡Ya leva...—le tapé la boca y ahí fue que Mosmo comenzó a reírse aún más alto, Lyanno por su parte estaba forcejeando.
—¡Hijo de ...—gruñí cuando me mordió para liberarse.
—No me hagas eso de nuevo.—asenti.—¿Qué hacen despiertos?
—Charlar.
—¿Sobre?.—se cruzó de brazos.—Hay una política muy estricta en cuanto a bochinches y consiste en que deben contármelos.—me reí.—Os dejaré el honor de despertar a vuestros compañeros.
Pero no me moví.
—¿No estás interesada en despertadlos?.—aparté el megáfono.
