𝒫𝑅Ó𝐿𝒪𝒢𝒪

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 Apreté los labios con fuerza, intenté controlar la situación y fingí que todas aquellas lágrimas eran tan solo eso y no chorretones de sangre saliéndome de los ojos. Luego se enderezó de nuevo y me miró por última vez. Una parte de mí solo quería que todo aquello hubiese sido una estúpida pesadilla, y otra... otra solo deseaba profundamente que se retractara. Pero me quedó bastante claro que no pensaba hacerlo cuando se puso el casco, arrancó la moto y aceleró como si le importara una mierda dejarme allí tirada, completamente sola, y con un dolor profundo y desgarrador que me quemó el corazón, que me dejó hecha polvo y que grabó a fuego en mi piel todas y cada una de las palabras que salieron de su boca.

Sentía que me estaba ahogando con cada segundo que pasaba allí plantada, ya que si hubiese cien mil maneras diferentes de notar que te estás resquebrajando por momentos, sin duda alguna yo las estaría sintiendo todas al mismo tiempo. Porque por mucho daño que me hubiese hecho, no podía dejar de quererle... y tampoco podía evitar ver cómo se perdía en la oscuridad de la noche con su moto mientras mi mente empezaba a hacer de las suyas y mi instinto de supervivencia se adueñaba de mí por completo. De algún modo, desconectar del todo fue la única forma de no acabar conmigo. Y por eso ya hacía rato que había dejado de pensar. En el momento en el que le perdí la pista y me vi allí sola, a punto de estrellarme con una realidad que me dolía, apagué el interruptor y me perdí. Dejé que se me nublara tanto la vista, que ni el olor a motor quemado ni el sonido de aquel claxon pintándome sin parar me hicieron reaccionar.

Yo también sigo preguntándome por qué me quedé allí parada sin hacer nada, por qué no me aparté...

Pero eso ya nunca lo sabré.

Porque si en algún momento tuve la oportunidad de hacerlo, de cambiar mi destino, esta se esfumó en cuanto sus palabras volvieron a clavarse en mi cabeza. Porque aquel coche estaba cada vez más cerca y yo estaba cada vez más ausente. Porque cuando me di la vuelta y me di cuenta de que estaba ahí, justo delante de mí, cerré los ojos con fuerza y deseé de verdad que todo se acabara de una vez. Y durante una milésima de segundo me sentí bien, me sentí aliviada; como si en el fondo, y muy a mi pesar, comprendiera que era exactamente ahí donde debía estar.

Y entonces dejé de sentir...

Dejé de pensar, de ver y de oír. Dejé de notar el suave roce de la brisa erizando mi piel en la misma fracción de segundo en la que todo a mi alrededor se había vuelto completamente oscuro. Porque por muy increíble que fuera, de repente todo había dejado de doler.

Y él...

Ya ni siquiera sabía quién era él.

ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴏ ᴅᴇᴊᴀʀ ᴅᴇ QᴜᴇʀᴇʀᴛᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora