Revancha

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La tranquilidad con que recibió su arresto podría deberse a la sorpresa de saber que su amiga le había traicionado. Asi me costará admitirlo, Ginger se convirtió en su soporte todos estos años. En la mente de Ana era difícil verla como mala o capaz de dañarla.

Llamé a Roger segundos después de ver a la patrulla llevarse a Ana. Me pidió tomarlo en calma, iría a estación y sé asesoría sobre los cargos. Dentro de los que conocía estaba el de la herencia que recibiría Vass. La cifra de esta resultó un chiste, yo podría superarla cinco veces. Aquello no era un móvil, sino una bestialidad. Intercambie detalles, comenté lo de la intoxicación y asalto a Dante y fue él quien recomendó ir tras ella.

"—No hay nada que puedas hacer y hoy no te permitirán verla. Me sirves más buscando a esa mujer que en la estación agobiándome."

Era todo lo que necesitaba saber para ir tras esa prostituta. El intenso fuego que consumía mi piel experimentaba una sensación de ser lava y no sangre lo que corría por mis venas. Dante era un mal menor, en medio de toda la mierda que hizo contra Ana. Si bien, dolía incontrolable su daño y solo pensar en que podía morir, me hacía querer asesinarla.

En Ana las dimensiones del odio hacia Ginger eran indescriptibles, infinitas, dañinas y peligrosas. En unos de los desvíos que daban a su residencia, me topé de frente con la mujer en cuestión. Su vehículo salió de la parte trasera del edificio, con ella detrás del volante y en pijama.

Sin mucho tiempo para reflexionar en lo que captaban mis ojos, le seguí. La mujer, tras el volante, pisó el acelerador, ignoró las señales de tránsito y estuvo a punto de chocar con un camión cisterna.

Al principio sospeché que ella había logrado verme y disminuí la velocidad. El rumbo que llevaba era el puerto, por lo que supuse alguien le había alertado del arresto de Ana.

Eso no explicaba su salida, en pijama, pero le resté importancia.

Disminuyó la velocidad en los límites con Brownsville, en donde la esperaba una mujer cubierta por una gabardina negra que le cedió y con la que se cubrió. Cruzaron un par de palabras, le entregó un maletín, finalmente tomaron rumbos opuestos. Con sus autos intercambiados.

Las llamadas de Mía, Jaz y Lissa indicaban que se habían enterado de lo sucedido a Ana. Estaban en la estación y al no verme, querían saber los motivos. Hablarles y recibir sus quejas era una distracción que de momento no es conveniente. Por lo que las rechacé, todas y me centré en mi objetivo.

De nuevo disminuye la velocidad al ingresar a la zona portuaria, y hago el resto del camino a pie. Al hacerlo, voy divisando las cámaras a mi paso, hasta que ubique un sitio libre de ellas para actuar.

Mi comportamiento retraído y mi cabeza baja viendo el móvil me brinda la fachada de un turista perdido. A simple vista, soy uno de tantos de ellos guiándose por el GPS. Es lo que deseo proyectar y lo que los oficiales verán en caso de que mi plan fracase. La pantalla se ilumina con el nombre de Stan y el auto ante mí se detiene. Es mejor si le contesto y les calmo o no tendré tranquilidad.

—¿Dónde carajos estás? —ladra del otro lado.

—Sigo a Ginger, una larga historia.

—Olvida a Ginger —Me interrumpe —Tu mujer esta...

—Bajo arresto, lo sé. —sigo por él —Rogers se está encargando, me advirtió que no hay nada que pueda hacer.

—Fue llevaba al hospital. Dicen que fue un desmayo, debe ser más si está en el hospital...

Siguiendo la lógica de Rogers, no soy doctor, no puedo hacer nada por ella en el hospital. Contrario a lo que sucede con Ginger, este es mi especialidad. Cobrar deudas que se niegan a pagar o los pagos son insuficientes.

NIkolái 5to libro saga Angeles o demonios.Where stories live. Discover now