Capítulo 4: ¿Hay un fantasma en tu casa?

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Acababa de llegar a su casa junto a Hayate.

La visita de Hayate finalmente se había pospuesto casi por una semana, producto de sus ajetreadas agendas estudiantiles. A pesar de que su amiga castaña había insistido en que le dijera a través de una llamada que era lo que la traía tan mortificada, Nanoha optó por dejar esa conversación para cuando tuviesen tiempo de verse cara a cara, en la comodidad de su hogar y posiblemente con algunas cervezas entre medio, como estaba ocurriendo en ese momento.

Porque, si era sincera, lo que tenía que explicarle a Hayate era algo que no tenía ni idea de cómo se podría explicar vía telefónica.

Ese día hacía bastante calor, así que el encontrar cervezas frías en la tienda de conveniencia de la esquina fue prácticamente una bendición que no podían dejar pasar. Además, ese día ambas estaban libres en la universidad, y Nanoha no tenía que trabajar ese día, así que no pasaría nada si tomaban un poco más de la cuenta.

Mientras colocaban en la mesa de centro el contenido de la bolsa que habían traído de la tienda, Nanoha no pudo evitar desviar la mirada hacia la figura que estaba sentada en el banquito que había dejado en el balcón.

Fate la saludaba con la mano desde la esquina, con su habitual sonrisa amable, mientras miraba con interés los artículos que las dos amigas colocaban en la mesa. Divertida ante el interés de la espectral rubia, le hizo una seña disimulada para que se acercara y así pudiera ver más de cerca.

— ¿Qué estás mirando? — le preguntó Hayate a Nanoha, extrañada, mientras seguía la trayectoria visual de los purpúreos ojos de la cobriza.

Nanoha miró a Fate por unos segundos más, pero la rubia solo se encogió de hombros.

— Parece que no todos pueden verme — dijo Fate, mirando a Hayate — Dudo que pueda escucharme. Ni idea de por qué.

Eso iba a ser que la explicación fuese aún más complicada.

Sacudiendo la cabeza, Nanoha tomó una de las cervezas y se la extendió a Hayate, quién la tomó gustosa, antes de tomar una para sí misma y destaparla, dándole dos grandes tragos.

— ¡Uff! Salud por eso — dijo Hayate alzando su cerveza, al ver como Nanoha apuraba el contenido de su lata — Estuvo difícil la semana parece.

— Ni te lo imaginas.

— Y bien Nanoha, ¿Qué era eso tan importante que tenías que hablar conmigo frente a frente?

Hayate solo pudo ver por algunos segundos como su amiga la miraba extrañada, casi haciendo una mueca. Normalmente la cobriza era una persona bastante franca y rápida con las palabras, ya que su honestidad le hacía decir rápidamente lo que estaba en su cabeza, así que verla luchando para encontrar las palabras adecuadas era algo que definitivamente no experimentaba todos los días.

— Hayate, tengo un gran problema — murmuró Nanoha.

— ¡Ay! No me digas que son drogas, por favor — pidió Hayate, asustada ante la cara de tragedia de Nanoha.

— ¿Qué? No, claro que no — se apresuró a negar Nanoha — Es acerca de la casa.

— ¡No me digas! — exclamó Hayate — Sí eran cucarachas, ¿Verdad?

— No, no son cucarachas.

— Entonces ¿Es alguna fuga de agua? — se aventuró a preguntar Hayate — sabía que tenía que haberle pedido a...

— La casa está embrujada — la interrumpió Nanoha.

Por unos segundos, los ojos celestes de su amiga solo la miraron atentamente.

Espectral (¡Mi fantasmal historia de amor!) NanoFateWhere stories live. Discover now