4 | Los amigos de la justicia

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Era como si mi corazón lo recordara porque al sentirlo cerca, había acelerado

—Testimonio compartido por Dalia Hooper

Ese no fue el último mensaje.

Mery le respondió que yo era "una amiga nueva", y me pregunté si invitaba a muchos a aquel grupo, aunque Fionna parecía darme una respuesta clara a mi pregunta. No parecía habitual. Y yo me sentía una intrusa.

Vi que ella empezaba a escribir de nuevo, salí del chat, y apague el teléfono rápidamente.

Qué vergüenza. Quizá no había sido tan buena idea.

Me dejo caer en la cama de mi habitación y miro hacia el techo blanco cuando vuelvo a escuchar el "pliiiing, pliiiing" que imito desesperada y lo pongo en silencio.

—Tragame tierra —digo en voz baja

No me había pasado por alto el nombre que tenían en el chat. El nombre que ellos habían escogido para su grupo de amigos. Por alguna razón que, obviamente desconozco, se llaman "los amigos de la justicia" y he de admitir que era bastante...¿original?

Yo había formado parte de varios grupos de amigos cuando era pequeña, algo que recuerdo siempre era que teníamos un chat grupal donde comunicarnos y quedar con todos aquellos, incluso recuerdo tener nueve años y ya tener esos grupos, aunque hubiera alguno que hablaban desde el móvil de uno de sus padres o familiar. Cosa que entiendo.

Lo gracioso de todo esto, es que no recuerdo ningún grupo en donde había participado que no tuviera la palabra unicornio en el.

Lo peor de todo esto y lo que a mi no me parecía tan gracioso; siempre lo proponía yo.

—Tragame tierra —repito y hundo la cara en la almohada

***

Al día siguiente, me levanté temprano, justo a la hora que había mencionado Mery que era la quedada. Había insistido que no hacía falta cuadrar una hora exacta para quedar que se decidiría "sobre la marcha", pero yo no tardé en escribir si entonces podría darme una hora aproximada. No sabía dejarme llevar.

Al fijarme en el día que era, sabía al instante porque había elegido ese día. Teníamos nuestro primer día libre en la empresa de periodismo, no había caído en ello.

A pesar de dudar un segundo en si me quedaría de nuevo dormida por el sueño que tenía, el olor de pan recién hecho llegó hasta mi habitación, y yo me levanté enseguida

Esto nunca pasaba, a menos de que a mi padre le diera por cocinar porque estaba de buen humor. Y eso, no, nunca pasaba.

Me levanté casi con los ojos cerrados y me fui directamente a la ducha, acto seguido, me vestí y me preparé en general para salir por la puerta.

Fue ahí, cuando bajé por la escalera y vi a mi padre con las manos en la masa.

Si, si, literalmente.

—¿Papá? —pregunte al entrar por el umbral de la puerta de la cocina y entrecerrar ligeramente los ojos por los rayos de luz que entraban por la ventana

El aludido me mira, y sonríe al instante.

Vale, en definitiva, esto es muy raro. Me cruzo de brazos.

—Buenos días —comenta y enseguida cambia su expresión frunciendo el ceño — ¿Te vas?

Asiento, aun no muy convencida de su comportamiento

—Sí, he quedado con...

—No pensarás irte sin el pan recién hecho que estoy haciendo ¿Verdad? —dice con una ceja enarcada

La Memoria de la PrimaveraWhere stories live. Discover now