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Jeongin sintió sus párpados revolotear, suspirando suavemente cuando pequeños besos fueron depositados en su cuello de manera seguida.

—¿Ya despertó mi joya más preciada?

La voz ronca provocó que abriera sus ojos, encontrándose con el rostro adormilado de Chan. Sin poder evitarlo, sonrió y le dio un abrazo, ambas bocas chocando en un beso dulce y tierno.

Aunque pronto el beso se transformó en algo más demandante, posesivo y salvaje. La lengua de Chan delineó su labio inferior antes de entrar dentro de su boca, y Jeongin sólo lo abrazó por el cuello, abriendo sus piernas de manera automática. El mayor no tardó en acomodarse entre ellas, y el doncel sintió la dureza.

Se separaron, pero Chan continuó besándole el cuello, comenzando a bajar. La boca de Jeongin sólo emitía gemidos suplicantes y temblorosos, tiritando al percibir la manera en que su prometido empezaba a lamer su pezón izquierdo.

—Dioses, mi... mi Señor... —jadeó el muchacho, con los ojos llorosos y el rostro arrebolado en calor.

—Déjame probarte —le gruñó Chan, y le agarró de las caderas, con sus labios ahora besándole el ombligo y bajando al vientre—. Levanta las piernas y muéstrate, precioso.

Lloriqueó, algo avergonzado a pesar de que era muy estúpido. Demasiado estúpido, considerando que ellos hicieron el amor sólo la noche anterior. Sin embargo, Jeongin no podía evitarlo, y más por lo que planeaba hacer Chan.

Pero la mirada de Chan, oscura y brillante por la lujuria, era clara: no podía negarse. Jeongin tampoco quería decirle que no, y se dio cuenta, en ese instante, que estaba en sus manos. El príncipe podría hacer lo que quisiera con él y no iba a negarse.

Levantó las piernas y echó las caderas hacia delante, doblando las rodillas y apretándolas contra su pecho. Casi quiso cerrarse de inmediato al sentirse tan expuesto, aunque ni siquiera pudo llegar a concretar la idea, porque Chan le agarró de inmediato para mantenerlo abierto.

El mayor contempló, tan rosadito y bonito, la entrada de su pareja. Se veía ligeramente abierto, de seguro por lo que hicieron horas atrás, y bastante húmedo por el semen derramado. Ese pensamiento no le generó un poco de rechazo, por lo que no tardó en inclinarse y escuchar el chillido que pegó Jeongin cuando lo besó.

—¡Yo-Chan! —gimió el menor—. ¡No...! ¡Está...!

—Te encantó —murmuró Chan, lamiendo el agujero y viendo como el pene de Jeongin soltaba un poco de presemen—, mira como te gusta, mi bebé.

—Mi... mi Señor...

Pero la voz de Jeongin se perdió en balbuceos incomprensibles y torpes cuando Chan volvió a lamer, sintiendo cómo se contraía bajo él y volvía a abrirse. Comenzó a chupar, besar y meter su lengua, siendo música para sus oídos los ruidos que salían de la boca de su futuro esposo. Bajo su toque, se retorcía y temblaba, y pronto comenzó a mecer las caderas. Las negativas se transformaron en un abrir y cerrar de ojos en súplicas para que siguiera comiéndoselo, para que le comiera el culo, y Chan se sorprendió cómo podía hablar así, tan descarado y sucio.

Y qué importaba, pensó también, enterrando más su boca en el trasero de Jeongin, besando hasta el rincón más profundo de él (literalmente). Saber qué ese chico era suyo ahora, por completo de él y de nadie más, era motivo suficiente para hacerle alcanzar el cielo una y mil veces más.

Jeongin gritó al correrse en su pecho, arqueando su espalda y temblando ya sin control alguno. Chan le dio un último beso antes de enderezarse, contemplando el desastre: con las piernas todavía abiertas, los labios separados y ojos llorosos, el rostro cubierto de escarlata y el esperma derramado en su pecho, Jeongin apenas era capaz de enfocar su mirada en él.

Jewel ☘ ChanInTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang