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—¿Disculpa?

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—¿Disculpa?

Mi cara debía haber sido un poema. No esperaba en lo absoluto haber obtenido esa respuesta.

—Te dije que no me vuelvas a hablar, ¿a qué viniste?

—Uhm— miré la bolsa de papel entre mis manos —No entiendo…

—No creo que haya una manera más directa y clara para decírtelo.

Mi mano fue bajando lentamente, y con ello, la bolsa se alejó de nuestras vistas.

Había esperado tres días para dejar que se le pase el enojo a Kim Doyoung, y poder hablar mejor. Me levanté más temprano para comprar un café, y estuve esperando en la puerta de la clase que teníamos juntos, hasta que llegue.

Y en respuesta, recibí una negativa acompañada de una mala cara.

—Ya pasaron tres días— dije como excusa.

—¿Y qué? Mi nariz sigue verde.

Bueno, era cierto, en el puente de su nariz podía apreciar un moretón que destacaba el golpe pasado.

—Pero te lo compré. —hice un ademán a la bolsa.

—No lo quiero, gracias.

Y cuando intentó esquivarme para entrar, sentí el razonamiento y enojo mezclarse en mi pecho.

—¡Hey, Kim Doyoung! — exclamé.

—Ahora qué…— rodó sus ojos.

—¿Tu mamá te crió de esa manera?— se quedó con la palabra en la boca —Entiendo que te lastimé la nariz, pero no fue a propósito, no creas que lo hice queriendo, cuando hasta hace poco me enteré de tu existencia— su boca se quedó entreabierta —, sin embargo, estoy aquí, disculpándome. Todavía me desperté más temprano para poder comprarte este maldito café, aunque con mis disculpas y acompañarte a enfermería debería haber bastado. No tienes ningún derecho a tratarme de esa manera, ¿no tienes educación? Como sea. Ten— le encajé la bolsa con el café en su pecho, y él lo agarró para evitar que se caiga —Ahora recibe esto y listo, ya está completamente saldado todo.

Ahora fui yo quien lo dejó atrás, yendo con rapidez a un asiento vacío, con Elkie llegando casi después de mi, dándome la distracción que necesitaba.

No supe si Kim Doyoung entró, estaba muy ocupada garabateando mi cuaderno con emojis enojados para poder pensar en algo más.

Fui a mis siguientes clases hablando con Elkie, contándole lo que pasó entre recesos.

Pero por alguna razón, cuando la indignación bajó de nivel, me encontré buscándolo con la mirada.

Me causaba curiosidad saber por qué actuaba de esa manera, tal vez era mi imaginación que me quería hacer creer que yo podría volver bueno al chico malo, como en las historias de adolescentes.

CRESCENDO | Kim DoyoungWhere stories live. Discover now