cinque.

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El cielo apenas azulado se reflejaba sutilmente en el agua del canal y mientras más avanzaba la góndola, más seguro me sentía. A mi alrededor, se alzaba el paisaje veneciano lleno de edificios barrocos coloreados de tonos cálidos y blancos, y el murmullo de las personas delante de nosotros llegaba a mis oídos de manera ininteligible para mí. Mientras la góndola se movía, la brisa acariciaba la piel de mi rostro y movía los cabellos que escapaban debajo de la boina.

Después de un largo recorrido, finalmente llegamos a nuestro destino, frente a mí, se alzaba el monumento que había querido ver desde que había decidido venir a visitar a Félix.

— ¿Sabes por qué se llama El Puente de los Suspiros? — preguntó Hyunjin y su voz me hizo cosquillas.

— ¿Por qué?

— Bueno, este puente une al Palacio del Duque con la antigua prisión de la Inquisición. Da acceso a los calabozos del palacio y cuando los presos pasaban por ahí, veían a través de las ventanas el cielo y el mar por última vez. Lord Byron, un poeta inglés que vivió en Venecia cuando era joven, creía que cuando los presos pasaban por ahí y miraban por última vez hacia el exterior, no hacían más que soltar un suspiro.

Parpadeo, medio deslumbrada por su explicación intelectual.

— Vaya, el nombre suena romántico pero la historia es... triste.

— La gente le ha dado tanta fama a esta estructura que el nombre les sirvió a los poetas para inspirarse. — se encogió de hombros.

Dio un vistazo hacia la estructura de piedra y, mientras pasábamos por debajo de él, dejé escapar una sutil risa.

— Acabo de contarte una historia muy triste, ¿por qué te ríes? — preguntó, sonando divertido.

— Porque me recordaste a un profesor y me hiciste sentir como un alumno.

Perché in questo caso sono felice di essere il vostro insegnante — río.

No tenía idea de lo que había dicho, pero mis mejillas se tornaron más calientes como si de todas maneras lo hubiera entendido. El acento italiano en su voz adquiría un tono distinto, como una melodía compuesta exclusivamente para sonar en los momentos como este, en los que las mañanas eran apenas cálidas y los rayos sutiles del sol caían sobre las aguas tranquilas.

— Tú y Félix me van a obligar a aprender italiano. — mascullé.

El soplo cálido de su risa me acarició el rostro, suplantando a la brisa de la mañana.

— Lo que dije fue que, en ese caso, yo estaría encantado de ser tu profesor. Y si quieres, puedo enseñarte italiano también.

Un latido de mi corazón estalló con más estrépito y velocidad de lo normal.

— Me gustaría. — se me escapó una sonrisa tímida y bajé la cabeza para que la boina pudiera cubrir lo que sea que mi rostro estaba exponiendo.

Hyunjin no sólo era apuesto como un modelo, sino que ¿tenía que resultar tan terriblemente encantador también? E inteligente.

Tomé la cámara fotográfica y, dándome la vuelta, saqué un par de fotografías a la construcción barroca que admiraba. Por accidente o casualidad, mi lente capturó también el rostro que tenía a mi lado.

 Por accidente o casualidad, mi lente capturó también el rostro que tenía a mi lado

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꩜ manual de lo prohibido ; hyunin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora