Ser una omega a la cual se le dio todo no era algo fácil, toda la universidad la veía como alguien superior y a quien temer.
Eso le gustaba, ser alguien temida y respetada por todos.
Ser una Omega dominante qué tenia todo lo que pedía.
Pero ¿Qué pa...
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El rubio gimió con cansancio.
—Hijo por favor.— Grime se acercó al rubio, quién respiraba con dificultad.— Esto solo fue el calentamiento...
—Lo... lo siento papá...— Hablo con dificultad.— Yo... yo no puedo...
El mayor solo negó.
—Okey... Ve a descansar y trata de no esforzarte de más y los demás ¡A jugar!— Gritó junto al sonido de su silbato.
El joven Waybright solo tomo bocadas de aire, tratando de regular su respiración. Una vez que lo logró se levantó del suelo, notando una dura y sería mirada sobre el.
—¡Marcy!— Gritó con alegría, olvidándose del dolor de su cuerpo y corriendo hacia la Omega.
Se detuvo cuando vio que la chica no lo iba a abrazar o hacer algo, solo estaba cruzada de brazos, apoyada sobre el muro de las bardas y mirando como los demás jugadores corrían por la cancha.
Eso le hizo sentir algo celoso....
—¿Ese fue todo tu entrenamiento?— Por fin hablo.
—Si... No soy... No soy muy bueno en los deportes.— Murmuró con pena.
—¿Y por qué entrenas?
—Papá me obliga.— La Omega asintió.— ¿Viniste a verme?
—Claro.— Hablo con sarcasmo, Sash sintió como lo jalaban de su playera y no tuvo de otra más que seguirle el paso.
—Te dije que me la ibas a pagar.— Hablo Marcy con dureza y el rubio solo trago pesado.— Y no sabes cómo disfrutaré esto. Siéntate.
Sasha iba a replicar, pero al notar la mirada de la omega no tuvo de otra que sentarse. Observo el lugar, debajo de las gradas, muy lejano a todos los que estaban en las canchas.
—Marcy ¿Que-.— No pudo terminar, pues la Omega se había sentado sobre su regazo logrando que un pequeño jadeo saliera de su boca.— ¿Ma-Marcy?...
— Silenció.— Ordenó, empezando a mover su cadera.
El rubio sintió como sus intimidades de rozaban y la sangre de su cuerpo no solo viajo hasta su rostro si no también a su miembro, el cual empezaba a despertarse. Marcy sonrió al ver la expresión del menor y solo aumento sus pequeños saltos.
—¿Acaso te gusta que te agarren desprevenido?— Susurro al odio del alfa.
—Marcy... Ba-Basta...— Gruño el alfa, pero solo recibió un movimiento aún más placentero.— Ma-Marcy...
—¿Crees que por ser un alfa te obedecerle?— El rubio negó.— Te dejare una cosa clara niño, si quiero que me beses me besas, si quiero que me abraces me abrazas ¿Entendido? No eres nadie para mandarme, no eres nadie para decirme que hacer.
—So-Soy tu alfa....
—Eso no implica nada.— Gruñó, levantándose y sacudiendo su ropa.— Y espero que esto te de una lección.
El alfa se quedó atónito, su mente no funcionaba bien por el placer que había recibido y por la falta de orgasmo.
—Levantate, me llevarás a casa.— Ordenó Marcy, apretando ligeramente la erección del menor.— Rápido.
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