Capitulo 5. Gigantismo

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La enfermera Eir Young, siempre había sido muy reservada en su vida, sus relaciones familiares, o amistades. Los humanos siempre fueron crueles con ella, pero aún así nunca les dio la espalda en su trabajo comunitario y humanitario, ser la enfermera más joven, alta de un carácter bastante tranquilo pero intimidante por su altura de dos metros y más, eran cuestiones que siempre la hicieron ser precavida. Los doctores no se quejaban de su presencia, siempre fue ágil y rápida en acatar la ayuda correcta al igual que seguir creciendo como profesional, aún cuando fuera un vampiro camuflado entre humanos.

El dúo dinámico de Carlisle y Eir, era el milagro más popular en los pueblos de Gatlinburg, Tennessee. Todos se sentían comprendidos y salvados tras cada atención, al menos en los pacientes de avanzada edad eran bien recibidos. Por el lado del rubio nunca le faltó tener una que otra persona del plantel médico como paciente interesado en él.

Un día, el rubio médico tuvo una duda y se la preguntó en confianza mientras regresaban al hogar:

—¿Eir?

—¿Uhm? ¿Pasa algo?—preguntó la joven con una despreocupación bastante relajada.

—Estos días he notado una diferencia entre ambos en nuestro entorno laboral, y me ha generado una duda. —inquiere de manera respetuosa.

—¿Tanto así? —pregunta desconcertada con el ceño fruncido pero luego se recompone— Las diferencias siempre habrán, somos diferentes, Carlisle.

—Lo sé, pero es muy tonto lo que noté y me extraña bastante. —admite mientras se conduciendo.— Estos días he notado que nuestro entorno laboral no es fanático de tu presencia, ¿Porqué?

La joven de cabellos pelirrojos sonrió como si le hubiera dado gracia, pero sus ojos no demostraban real fascinación por la pregunta.

—Te extraña que no sea solicitada por hombres, pacientes como lo hacen contigo. ¿Por qué lo sientes así?—pregunta extrañada por la necesidad de saber una respuesta por parte suya.

—Querida Eir, no te hagas como si no lo entendieras. Eres de las enfermeras mas bellas del plantel médico, tu belleza es tan envidiable como la de cualquier vampiro y mortal, tu carácter humanitario y paciente es tan dulce que hasta los más ancianos te respetan. ¿Cómo es posible que no te admiren la belleza que destilas?—dice Carlisle mientras gira el volante para empezar a internarse en el camino del bosque hacia el hogar.

Eir sonríe con una dulce expresión de aprecio y alago por la hermosa descripción, una bien merecida.

—Me sorprende que ignores la obvia respuesta a esa duda, Querido Carlisle.—contesta de manera graciosa muentras acaricia las puntas de su cabello pelirrojo.

—¿Qué es lo que no veo?—pregunta extrañado el rubio. Eir siempre era un misterio cuando se trataba de contestar dudas que tenía hacia ella.

—La altura. No levantas tus espectativas a la espectativa mortal, somos compañeros de trabajo es normal que observes mi eficacia y eficiencia laboral pero el resto es más que obvio. —empieza a decir de una forma muy distraída con una sonrisa torcida por el tema de conversación. Parecía no gustarle.— ¿A quién le interesaría heredar el gigantismo? Nadie quiere juntarse con un dinosaurio que sólo reduce las esperanzas de vida en una persona mortal, da miedo levantar mucho tiempo la cabeza o que un hombre se vea intimidado en plena sociedad machista.

Carlisle al escuchar la respuesta a sus dudas, lo tomó desprevenido. Si bien, en su forma de ser nunca fue de juzgar a los demás por sus diferencias. Se había encontrado con muchas rarezas médicas en sus años de existencia pero nunca se colocó en el lugar de quién las padecía porque éticamente no debía realizarlo, sólo debía concentrarse en ayudar al problema de salud, diagnosticar, investigar y tratar.

Nunca se puso a reflexionar sobre las desventajas o contras de padecer cierta condición, o bien, ser diferente en todas las medidas posible. Por que realmente no era de notar la dificultad en ella, todo parecía ir bien.

—No era mi intención molestarla con mi duda. —dijo inmediatamente tras quedar por bastante tiempo callado.

—No es necesario las disculpas, no me ha molestado nada de lo que ha pasado aquí. —dice suavemente al ver como queda poco para llegar.— Simplemente no es necesario para mi, tener fans como a vosotros parece hacerles gracia. Me gusta mi honesto trabajo, es más que suficiente para mi.

Carlisle estaciona el auto, apaga el motor y la mira de todo el rato que no pudo por estar conduciendo.

—No es algo que disfrute, ya tengo a mi compañera para sentirme apuesto. Más lo decía por la belleza antinatural que portamos como vampiros, que por atención de los humanos.—explica mientras la mira tratando de comprenderla, pero solo se queda admirandola por su forma de ser.

Eir le sonríe mientras niega sin remedio, su compañero de trabajo parecía faltarle aún milenios para dejar de sentir interés por estas banalidades.

—Tenemos al ser humano como base de nuestra naturaleza, no nos hace más o menos, bellos o feos, solo diferentes. Morimos en tiempos accesibles, los mortales no tienen acceso a decidir cuando hacerlo. Ese es el único detalle beneficioso, la belleza no debería ser la única atracción turística de nuestra especie, Carlisle. —expresa mientras ríe ligeramente, abriendo la puerta tomando su cartera y chaleco blanco. Bajando del auto, encontrándose en la puerta a Rosalie y Edward.

Había pasado tanto en horas que solo pasó a abrazar a su rubia favorita, y desordenar el cabello del cobrizo en cuanto pasó por su lado, luego de abrazar a Rosalie.

—Estoy cansada, iré a comer algo, y tendremos noche de chicas, Señorita Rose. —anuncia la pelirroja.

Tras ello se perdió en un parpadeo hacia su habitación, dejando sus cosas en el lugar, cambiandose el uniforme por un atuendo mas casual e ir a cazar un poco, lo necesitaba. Mientras eso ocurría, Edward había ido a recibir a su padre, y de paso recibiendo la información que su padre había obtenido minutos atrás. Quedando más interesado, y sediento de información.

—¿Por qué parece tan difícil su vida? Sigue sin ser muy expresiva, no tenemos tanta información de ella. —se queja Edward.

Rosalie lo mira como si estuviera mal de la cabeza. «¿Porqué te interesa tanto Eir? ¿Acaso te atrae? Es por eso que desconfias tanto, ¿Acaso no sabes como coquetear, hermanito?»piensa con cierta petulancia. Si la rubia notaba que su hermano adoptivo solo quería a su heroína para jugar, lo destrozaría, la defendería a capa y espada.

—Ya dije que no. Ella no me atrae. Solo digo que es muy rara, nunca comparte algo de su vida pasada, es como si no confiara en nosotros. —contesta molesto Edward.

—Sus motivos tendrá. Si tanto te molesta, gánate su confianza, cuidala y tal vez se apiade de tus necesidad de niño caprichoso. —sisea a la defensiva mientras se dirige en un parpadeo a su habitación.

Edward mira a Carlisle.

—A mi no me mires, que yo no seré el sujetavelas en esto. Ya estás mayor para conseguir tus propias respuestas, sólo se educado que ella no es nuestro enemigo, hijo.—expresa Carlisle también marchandose a su despacho a dejar sus cosas.

Esme lo intercepta feliz entre un par de parpadeos mas tarde. Dejando solo a Edward en el marco de la puerta, en dónde se debatió por unos quince minutos que podría hacer.

No tardó mucho y fue en busca de ella. Nada perdía con preguntarle, ¿Verdad?

La EX-NOVIA De Edward Cullen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora