32 años

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Hana preguntaba una y otra vez de quién era ese perfume que encontró en uno de mis bolsillos. Su voz no era de enfado, sino de tristeza y dolor; solo sus ojos, llenos de lágrimas, gritaban desesperadamente buscando mi respuesta.

Le respondí que no era de nadie, que solo lo compré porque el aroma de champagne y fresas me recordaban a alguien.

― ¿A quién...? ― sus labios palidecieron.

― A una persona... que amo...

Beep...

Beep...beep...

·

Apagué mi despertador por quinta vez.

Supongo que era el momento de levantarme de una vez, no podía seguir dando vueltas en mi cama.

Pensé que una ducha me quitaría esa pesadez en mi cuerpo o que el desayuno haría que mi dolor de cabeza se atenuara; pero, aún me sentía entumecido, me era difícil concentrarme en algo. Tal vez poner en orden mi apartamento me ayudaría a despejarme, aunque, al ser tan pequeño, la limpieza solo me tomaría una hora, o menos.

¡Agh! Sinceramente, no me apetecía limpiar ahora, sería otro día, creo que es mejor vestirme para salir... Solo quiero salir de aquí.

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Ya en la calle, sentí que el sol me golpeaba en la cara con su fulgor, haciendo que me arrepintiera de salir de mi apartamento. Oh, sí, me sentía enjaulado en ese pequeño espacio, pero no estaba en mis planes buscar uno nuevo, bastaba para mí tener donde dormir y mis cosas a mi alcance. Era suficiente para mí, solo para mí.

Mmmm... sí, no hubiera soportado vivir solo en el apartamento que compartía con Hana, era demasiado grande y frío. Supongo que ella pensó lo mismo porque, tras el divorcio, estuvo de acuerdo en venderlo y repartir el dinero a partes iguales; pedí que ella se quedara con todo, pero se rehusó. "No te fuerces a ser considerado conmigo, ya no tienes que hacerlo, Sou-san", fue lo que dijo.

Vaya. Eran ya 7 meses de eso y fue lo mejor... o eso pensé.

Si ya no era un hombre casado, ¿qué era para esta sociedad? Sentí como si tuviera una marca en la espalda, una señal que les decía a todos que no era como ellos. Me quedaba el rol de hombre trabajador, el de hijo ejempl... no, eso ya no. Por cómo reaccionaron mis padres, sabía que ya no...

― No tiene ningún sentido, hijo.

― Todos los matrimonios tienen problemas, pero, ¿divorciarse? ¿Así, nada más?

― Pero, ¿qué fue lo que pasó? Pudiste pedirnos ayuda, consejos...

― Esa pobre chica, lo que debe estar pasando...

― Pero, ¿qué pasó, hijo?

― Era una buena esposa, se veían felices, entonces ¿por qué?

― ¿Qué pasó, hijo?

― Podrían ir a terapia, tomarse un tiempo...

― ¿Qué pasó, hijo? Dime la verdad, fue por otra muj...

Preguntas, demandas, todo el tiempo. No podía... últimamente no había hablado con mis padres.

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No sé cómo llegué a un konbini, pero iba a aprovecharlo. Necesitaba unas cuantas cosas, además de que tenía sed, supongo que caminé más que de costumbre. Pero no está mal, es bueno hacer ejercicio y salir a tomar el sol, en lugar de refugiarme en mi pequeño apartamento, es fantástico. Me siento bien. Todo está bien.

Cuando me acerqué a pagar mis compras, vi que pasaban el noticiero por la televisión de uno de los pasillos. No decía nada relevante para mí, pero... eso en una de las esquinas...

Al caminar hacia la salida, seguía en mi mente lo que vi en aquella pantalla. Seguí así unas cuantas calles, hasta que me detuve en mi sitio y entendí lo que me perturbaba: era el día y la hora. Es mediodía... de un jueves. Debería estar en el trabajo.

Estoy confundido.

No entiendo qué está pasando.

No sé lo que estoy haciendo.

·ɸɸ·ɸɸ·ɸɸ·

Otro capítulo triste...y así será por un tiempo, porque, a veces, las cosas tienen que empeorar antes de mejorar. Si sienten algo parecido, hablen con alguien, busquen ayuda. Pidan abrazos. 😔

Muchas gracias a Gaby, por su fiel ayuda sin importa la hora. 💕

Gracias por leer y aún estar aquí, les agradezco mucho su atención, cariño y tiempo. 💕

Todos mis cumpleañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora