CAPÍTULO 2

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Alexander

En el mismo instante en que Sophie Taylor puso un pie dentro de mi oficina supe que tendría problemas. Y no porque dudara de su capacidad profesional. Si no porque era una mujer capaz de robarle el aliento a cualquiera. Ella era el tipo de mujer que no pasaría desapercibida en ningún lugar; alta, rubia, con unos grandes ojos verdes y para rematar tenía un cuerpo de infarto que el traje sastre que traía puesto no hacía más que resaltar.

Tratando de mantener la pose sería que como jefe debía proyectar, la invité a tomar asiento, no sin antes pedirle a Peter que se retirara. Justo en ese momento me pregunté si entre ellos había algo más que una amistad, pero de conocer esa respuesta ya me encargaría más adelante.

—Peter te recomendó y supongo que sabes que gracias a eso estás hoy aquí —le dije y enseguida me di patadas mentales por lo brusco que eso había sonado.

Sin embargo, ella sonrió y me entregó un grueso dosier en el que supuse que se encontraban los diseños en los que había trabajado a lo largo de su carrera, que no debía ser demasiado larga considerando lo joven que se veía. Debía de tener la misma edad que mi hermana.

—Soy consciente de que Peter logró conseguirme esta oportunidad. Solo espero que mi trabajo sea lo que usted busca y formar parte del proyecto en el que van a participar —respondió de manera muy educada y tratándome de usted con la clara intención de marcar las distancias.

Revisé todos y cada uno de sus diseños tratando de no mostrar lo impresionado que estaba. Sophie era sin lugar a dudas lo que mi equipo necesitaba. Pero antes de darle la noticia tenía que asegurarme de que estaría comprometida con el trabajo y con el proyecto al cien por ciento.

—Peter me comentó que estudiaste y trabajaste en Londres —señalé mirándola a la cara, sin que se me pasara por alto el ligero temblor en sus manos —. Me gustaría saber si tu estancia en San Francisco será larga o si tienes intenciones de volver a Londres.

—Regresé para quedarme y es por eso que he estado buscando trabajo. Londres es una ciudad muy bonita, pero no hay nada que me motive para que vuelva —respondió sin romper el contacto visual.

—Si te pregunto eso es porque necesito un diseñador que se comprometa con este estudio, por lo menos durante dos años —le expliqué en tono serio.

—Lo que más deseo es trabajar y demostrar toda mi capacidad como diseñadora. Así que, si está considerando contratarme, puede estar seguro de que me comprometeré al cien por ciento.

—Entonces tengo que darle la bienvenida. ¿Puedes empezar mañana?

—Muchas gracias por esta oportunidad. No se arrepentirá de haberme elegido.

Y no, no me arrepentí de haber contratado a una profesional como Sophie para que formara parte de mi equipo. Ella asumió sus responsabilidades con toda la seriedad del caso. Siempre llegaba puntual y cuando era necesario quedarse un poco más lo hacía de muy buena gana.

Un mes después, su trabajo no era lo único que me tenía encantado. Sophie me gustaba como mujer y mucho. Bueno... para ser preciso, ella le gustaba a todo el mundo; no solo a mí.

La presencia de Sophie en el estudio había causado tal revuelo que muchos se pasaron por alto las políticas de la empresa y no dudaron en acercarse a la recién llegada con intenciones nobles y no tan nobles. Durante sus primeros días, Sophie había recibido invitaciones para tomar café, para almorzar, para ir al cine, para ir a dar un paseo por el icónico Golden Gate, entre otras...

Sin embargo, ella había rechazado todas y cada una de esas invitaciones de manera muy educada. Además, les había dejado claro que solamente los veía como compañeros de trabajo y que no tenía intenciones de tener ninguna relación sentimental con nadie.

Déjame ser el amor de tu vidaWhere stories live. Discover now