Celoso

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CELOSO

Estábamos con unos amigos en la biblioteca haciendo un trabajo de la escuela. Él estaba sentado a mi derecha, y Jake a mi izquierda. Todo iba bien, el título estaba hecho, la información ya estaba, solo hacía falta repartirnos lo que iba a decir cada uno.

-Bueno, yo digo el segundo párrafo, ¿y tú, guapa? -dijo Jake refiriéndose a mi-.

-Me da igual sinceramente -contesté, sintiendo una mirada en mi perfil-.

-Bueno, solo nos falta buscar unos libros para terminar, así que vamos a buscarlos -dijo una chica del grupo-.

-Jules, ¿me ayudas a buscar el mío? Es que no vengo mucho a la biblioteca -me dijo Jake-.

-Eh, sí, sin problema -dije aceptando-.

Me dijo el nombre de su libro y fuimos a esa sección. Mientras buscaba el libro en las estanterías, sentí su mirada donde no tenía que sentirla.

-Toma -dije cuando encontré el libro, girándome para dárselo-. Buena elección.

-Gracias, buena elección de top, te queda bien.

Llevaba un top granate que se veían un poco mis pechos, pero no tanto.

-Sí, le queda hermoso -apareció Matías-.

-¿Qué haces aquí, Matías?

-Pintar piedras, tú qué crees.

-Bueno, nos vemos luego, guapa -me dijo-.

-Adiós -le respondí-.

Cuando me giré a ver a Matías me estaba mirando, y tenía los ojos oscuros.

-¿Estás bien? -le pregunté-.

-Sí -me respondió seco-.

No lo puedo creer, está celoso.

-¿Estás celoso?

-¿Por qué lo tendría que estar?

-Vamos, que si lo estas.

-¿Tienes algún problema con que lo esté?

-No, pero es que no entiendo de que estas celoso.

-De Jake, de como te mira y como le dejas que te mire de esa manera.

-¿Quién está mirándome de qué manera? -le pregunté, confusa-.

-Estas jodidamente ciega -dijo riendo-, te estaba mirando como si quisiera quitarte la ropa y empotrarte contra la me-

-Vale, vale. Ya lo entendí. Pero sigo sin entender porque estas celoso de eso, digo, no quiero nada con él.

-Vale, estás ciega. Y también me pone enfermo que le dejes que te llame guapa o cosas así.

-Hola, lo siento por interrumpir, pero no podéis hablar tan alto, os recuerdo que estamos en una biblioteca -se nos acercó una chica que trabaja aquí-

-Lo siento, ya nos vamos.

Le agarré la mano a Matías y nos metimos en los baños.

-Te lo vuelvo a repetir, no quiero nada con él.

-Ya lo sé, pero me sigue poniendo celoso. ¿Es que has estado ciega todo este tiempo? ¿No has visto como te he estado mirando este tiempo? ¿O como te he deseado, y te deseo? ¿O como me gustas? Joder.

Apoyó sus codos en el lavabo y enterró su cara entre sus brazos. Yo seguía en shock, no sabia como reaccionar.

Hemos sentido lo mismo durante meses y no nos hemos dado cuenta.

-Creo que tú también estás ciego -le dije-.

-¿De qué hablas?

-Oh, ¿tú tampoco notaste como te deseo o como me gustas?

-No me jodas -se levantó y me miró con esa mirada-.

Deje mis cosas en el suelo y me acerque a él, le agarre de las solapas de su chaqueta y tire hacia mí, uniendo nuestros labios.

Creo que él tiró su chaqueta al suelo y sus cosas y me agarró de la nuca e intensificó el beso. Bajo sus manos a mis muslos y me subió a la encimera. Le rodeé el cuello con los brazos y me quitó la chaqueta.

-Espera, ¿vamos a acero aquí? -le pregunté-.

-Sí, ¿quieres?

-Claro que sí, ¿tienes condones?

-Siempre.

Le iba a preguntar qué hacía con condones pero me calló quitándome la camiseta, quedando en sujetador.

-¿Puedo? -me preguntó con la voz grabe, yo asentí-.

Sentí sus manos en mis pechos, pero eran toques tímidos. Unos toques después, ya estaba chupándome los pechos, creo que me hizo más de un chupetón.

-Matías... -gemí su nombre-.

-Vale, a la mierda -se quitó los pantalones y me bajo de la encimera y me puso enfrente del espejo, quedando mi culo a su vista. Me quitó los pantalones y las bragas rápido. Sacó un condón de su cartera y lo dejó en la curva de mi espalda baja.

-¿Bien? -me dijo, mirándome por el espejo-.

Se bajó los calzoncillos y se puso el condón, me reí un poco de sus calzoncillos.

-¿De que te ríes tú ahora?

-De tus calzoncillos, son preciosos -eran unos negros con patos-.

-Calla, que son de la suerte. ¿Primera vez? -me dijo mientras con dos dedos frotaba mi clítoris-.

-Hace como un año que no hago nada.

Asentó con la cabeza y empezó a meterla poco a poco, así hasta que estuvo entera.

Le puse una mano para que entienda que se espere un rato, todavía no me acostumbro.

Cuando me acostumbre, le quité la mano y empezó a moverse.

Ya llevábamos un rato así cuando empezó a darme nalgadas, fuertes nalgadas, pero sin hacerme daño.

Se subió la camiseta y con los dientes mordió el borde.

Jo-der.

Terminamos a la vez, yo gimiendo su nombre, y él dándome una nalgada.

-Venga, vamos a seguir esto en mi casa. 

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