Capítulo 1: El niño de corazón puro

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Desde lo ocurrido, traté de olvidar, modificar mis recuerdos, dejar el pasado atrás y fingir que las cosas se habían dado tal como todos piensan que se dio, ¡Qué la prensa estaba en lo cierto!, ¡Qué los consuelos de mi madre y de Sonrisas también! Y que las acusaciones sin respaldo de mis compañeros eran solamente eso, acusaciones sin respaldo; sin sentido y fruto del rencor y del odio que tanto nos caracteriza como seres humanos. Sin embargo, por más que intento, mi subconsciente no me lo permite.

La culpa no me lo permite

-¡Miguel! -grito, desenfrenadamente, y mis pies se mueven por inercia, en un torpe intento por cambiar lo que ya no puede ser cambiado; por evitar lo que, hasta el día de hoy, me carcome por dentro-. Esto no es real, esto no es real, esto no es real...

Nuevamente, allí me encuentro; a las afueras de casa, buscando... ¿Qué cosa? Una señal, una pista, algo que me llevara a creer que lo que estaba viendo no era posible, que la sangre que brotaba de la boca y oídos del cuerpo sin vida de Miguel no era real, ¡Qué todo se trataba de un mal sueño, de una pesadilla terrible! Y que una vez acabada, como el arcoiris que se alza victorioso una vez pasada la feroz tormenta, todo estaría bien... Pero todo esfuerzo termina por ser en vano, pues despierto y él ya no está.

-¡Dani! -me grita él, Sonrisas, mientras me observa con sus avasallantes ojos amarillentos-. ¿Estás bien?, ¿Qué te pasó?

Pero no le respondo. Todavía tengo el corazón en la boca y apenas puedo soltar uno que otro balbuceo.

-Dani... -continuó, con ese tono de mierda; chirriante como arañar un pizarrón-. Estabas temblando... Por favor, decime que no es eso...

Con la mirada perdida, finalmente, le respondí:

-Otra vez lo soñé...

Las lágrimas no tardaron en hacerse presentes, al igual que su cálido abrazo... ¡No! Miento, aunque tal vez en un pasado sí; un pasado lejano donde todo era mejor, pero ahora ya no; ¡No desde esa vez!, ¿Por qué, Sonrisas?, ¿Por qué me lo dijiste? Ahora él ya no está y solo me queda su recuerdo; y para colmo ahora me sueltas esas malditas palabras que duelen más que un puñal en el corazón:

-Fue un accidente. Nadie quiso que esto pasara...

Pero yo sé que no y estoy seguro que él también lo sabe. Desearía que así fuese, pero así no funcionan las cosas. Un accidente es algo que pasa sin que uno así lo quiera y que el propio azar dicta, pero yo sabía perfectamente lo que hacía. Yo sabía lo que podía pasar si...

Pero mis palabras fueron otras:

-Sí... -por fin respondo, con una sonrisa que parecía desvanecerse segundo a segundo-. Solo fue un accidente... ¿Verdad?

Otra vez... ¡Maldita sea! Manteniendo ese torpe intento de sonrisa, fingiendo que todo está bien... ¡Qué todo está en su lugar! Hola, Sonrisas, ¿Cómo estás?, ¿Y si vemos una película?, ¡Todo está bien!, ¿Ves el cielo? Está brillante, ¿Por qué no salimos a dar un trote mejor? Hace mucho que no hago ejercicio y el cardio siempre es bueno para la salud... ¡Todo es una mierda!, ¿Por qué nadie lo entiende?, ¡Ojalá así fuera! Desearía creer que lo que Miguel intentaba decirme eran puras patrañas, que todo pasó como todo el mundo cree que pasó, ¡Qué bien merecido se lo tenía! Pero a pesar de todo el esfuerzo que hago por creer en esta fantasía, siempre estará presente aquella maldita posibilidad.

Una alternativa a la que le temo con todo mi ser, pues de llegar a ser cierta la culpa sería aún mayor.

-Dani... -me dice el desgraciado, apoyando ahora sus esqueléticas manos sobre mi hombro derecho-. Vos no tuviste la culpa.

Y fue entonces que apareció, -aquello que siempre estuvo allí-, el destello que demuestra que en el fondo no soy una mala persona; aquel impulso natural que orilla a los que son puros de corazón a hacer lo correcto.

Maldita Duda (En Proceso)Where stories live. Discover now