Depresión

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Una palabra que tiene diferentes significados.

Algunos más complejos que otros pero ninguno sencillo de definir.

Sin embargo, dicha palabra sólo comenzó a cobrar significado para Zed esa noche en el río Epool de Noxus. Un niño de poco más de 7 años observaba fijamente sus ojos, cubiertos por su yelmo, buscando algún indicio de ataque para así el poder contra-atacar.

Durante toda su vida Zed se habia encontrado diferentes tipos de intimidaciones, algunas directas como otras indirectas. Pero la de éste niño no estaba seguro si era eso, o temor .

Sus ojos volaron sus pequeñas manos, donde sostenía ya mucha honra una Oz desgastada de la hoja y ensangrentada. Lo siguiente que demostró fueron los orbes de dicho infante, con un mar de lagrimas corriendo por sus mejillas.

Sus ojos eran una galaxia entera de estrellas nubladas. Un ojo cubierto intentando contener un alma rota, el otro rojo sangre, desbodante de decepción y dolor.

- Fuera de aquí. - Mirando a los acolitos de la orden, el pequeño sonaba roto. - ¡FUERA!

Zed en su impresion por la determinacion y fuerza de aquel infante se acerco a el, con las manos en alto en señal de paz. Paz .

- ¿Te gustaria salir de este lugar? - Pausó buscando las palabras adecuadas que decir. - Te haré fuerte, dos veces más fuerte que los noxianos, tres veces más que los demacianos. Te protegeré. Ven conmigo y te prometo venganza.

Depresión, galaxias y dolor poco a poco se juntaron en los ojos del niño, pues en su mente ¿Que más podría perder?, Morir en las manos de quienes destrozaron su vida o vivir un par más en las manos de un desconocido.

Un día o dos harían la diferencia.

Tomó una bocanada de aire y masculló con la voz baja, rota .

- ¿Como sé que no eres un noxiano?

- ¿Pueden ellos sentir compasión? ¿Pueden ellos dividirse... en dos ? - E invocando una de sus sombras, Zed se dividió.

Convergencia , impresión y admiración, convergencia .

- No señor, no pueden. - Respondio aun frotando su ojo derecho.

- ¿Vienes conmigo? - Dijo Zed, agachandose para quedar a la altura del niño, extendiendo su mano hacia él.

- Señor. Entrenéme por favor. - Dijo el pequeño, tomando su mano.

Compasión era parte de sentir. Sentir era algo a lo que Zed renunció cuando se entregó al camino de las sombras, al camino de la oscuridad. Sin embargo, podria fingir lo que fuera necesario para asi asegurar que el pequeño se quedara cerca.

- ¿Cómo eres llamado? - El niño negó. - ¿No posees un nombre? - La acción por parte del menor se repite. -Entonces  Shieda, Shieda Kayn . A partir de ahora ese será tu nombre. Responde a él.

Durante el camino de vuelta al templo Zed pudo notar el mal estado en el que el pequeño se encontró. Carecia de ropas en la parte superior del cuerpo ya su vez, sangre y barro eran fundidos en su piel. Su rostro poseía heridas, moretones, rasguños y marcas de mordeduras, su cabello era medianamente largo y desordenado. Un mechon azul colgaba de su frente y otro negro al igual que el resto. ¿Que clase de desgracias e infiernos tuvo que haber pasado este pequeño? se preguntaba Zed. De vez en cuando se podia ver como algunas lagrimas se escapaban de sus adoloridos ojos mientras el pequeño giraba su cabeza para observar sobre su hombro el lugar en llamas del que se alejaban.

CONSTELACIONES  [Kayn x Rhaast] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora