XIV. Enraizamiento

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El sol de la tarde comenzó a caer, y se reflejó en los cristales fríos. Las montañas se divisaron al norte. Los estanques resplandecieron en tenue naranja, y los lotos se sacudieron.

Era un espectáculo apreciable. De no verse inmerso en una sensación de sosiego y extrañeza, hubiese bebido tal imagen con más detalle.

El suelo bajo sus pies crujió, hubo un bollo al vapor en sus manos, que fue comprado en el poblado apenas aterrizar. En el camino de vuelta tomaron pequeños casos y terminaron con yaos menores. Lo que hizo del camino de regreso una tarea larga y prolongada. Era la primera vez en días que comía algo caliente, pero su estómago protestó, así que se limitó a conservarle en manos dando pequeños bocados.

Dio breves vistazos desde el rabillo del ojo, no fue capaz de ignorar la presencia de Wei WuXian, algo duro y meditambulo se asentó en su semblante. Aunque Wei WuXian luchó por parecer casual y desenfadado, no tuvo éxito.

Con la llegada del ocaso, el clima húmedo descendió hasta calar en los huesos. WangJi se percató del agarre de su brazo. Fue firme pero no imponente, y tampoco dañino como había ocurrido en alguna ocasión previa. Elevó su mirada para encontrar el rostro de Wei WuXian, pero no vio nada en el semblante cerrado.

"Vayamos ahí", le señaló.

Al fondo del camino se divisó la construcción que se destacó por linternas de papel colgadas al exterior y un gran anuncio con el carácter de 'alcohol' en venta.

"Mmhm".

Sus pies guiaron hacia la parte superior de la colina donde se erigió el edificio, atravesaron un corto puente de madera sobre el cruce del río bajo.

Wei WuXian guió hasta la entrada principal, y le señaló un lugar en el comedor para qué WangJi descansara. Este lo hizo a regañadientes, percatandose del cambio en el hombre, quien se mostró coqueto con la anciana posadera.

Sabiendo que el asunto no terminaría pronto, WangJi se limitó a recorrer los alrededores de la primera planta, hasta que Wei WuXian terminase con sus asuntos.

WangJi atinó en que era una buena posada. No la mejor, pero acogedora a su manera. Resaltando en madera antigua y avejentada, pero construida con estructuras sólidas y espacios limpios y ventilados. El olor a comida se impregnó en las paredes, pero no de una manera repulsiva.

El aire tuvo un olor a petricor, pero no pudo hacer nada, pues, todo en los alrededores fueron tierras húmedas llenas de lagos y estanques.

Wei WuXian dio una risotada llamando la atención. Señaló esta u otra jarra de licor, y se mostró entusiasta por su desenfrenada compra.

WangJi se abstuvo de decir nada por el consumo desmedido, en otro momento hubiese dado desaires, diciendo 'ridículo'. Ahora, se convirtió en una rutina, y dejó de luchar con aquello que caracterizó al hombre que le gustaba. Por el contrario, trató de ser cercano a él e interesarse en sus pasatiempos.

Aún así, sin importar el viaje juntos, o el tiempo compartido, WangJi mantuvo la inquietud en si acaso se estaban acercando, o distanciando más que en el pasado. Y no pudo comprender el porqué de la extrañeza en el comportamiento de Wei WuXian. Por momentos atento, por instantes frío y distante. Amable en su toque, tierno en los detalles. Desdeñoso en palabras que siempre supusieron una segunda intención de la que WangJi no se vio familiarizado.

Divisó las formas talladas en los cristales. Los dibujos trazaron abanicos en el cristal cortado, y los bordes marcaron muescas que se extendieron en la madera. Sus dedos se apretaron formando puños, obligándose a mantener los buenos modales, pese a la curiosidad en la textura de las formas inusuales.

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